Advertencia de las fábricas de alimentos por la extensión de precios máximos: ¿habrá desabastecimiento?
Desde el sector alimenticio advierten que no se puede “trabajar a pérdida” y que “seguramente” habrá productos que se dejarán de fabricar
La publicación en el Boletín Oficial, este lunes, de la extensión del programa de “Precios Máximos” hasta finales de junio, en su mayoría alimentos, no provocó sorpresas entre los empresarios del sector simplemente porque ya habían sido advertidos antes del fin de semana.
La novedad había sido transmitida por Daniel Funes de Rioja, titular de la Copal -la cámara que agrupa a los fabricantes de alimentos-, quien fue contactado por el ministro Matías Kulfas.
Funes de Rioja había concurrido a ese encuentro con carpetas repletas de números que justificaban el pedido de las grandes compañías para que se les reconociera un incremento de los costos. Los aumentos consignados iban del 7% al 10%. No para aplicarlos de un solo golpe sino de manera gradual durante el próximo trimestre.
Sin embargo, ese reclamo chocó con la postura inflexible del Gobierno. En plena cuarentena, y con subas imparables en los alimentos regidos por la estacionalidad (frutas y verduras), Kulfas rechazó la aplicación de cualquier ajuste en las listas de “Precios Máximos”, que incluyen a más de 2.000 productos.
Durante el fin de semana, las principales empresas del sector evaluaron la situación. Tomaron nota del pedido del Gobierno. No habrá nuevos reclamos hasta dentro de algunas semanas. Pero ya avizoran el escenario, que se empezaría a notar en las próximas jornadas en las góndolas de los supermercados y de los autoservicios.
“No podemos trabajar a pérdida. Nadie nos puede obligar a perder plata. Seguramente habrá productos que dejaremos de fabricar”, advierte uno de los empresarios más reconocidos del sector.
Cuál es el plan de las empresas alimenticias
En concreto, la evaluación que, por estas horas, realizan varias de las compañías fabricantes pasa por aminorar o, en el por de los casos, suspender, la elaboración de los productos de precios más bajos, que son los que tienen menor margen de rentabilidad.
En la lista figuran: salsas de tomates, fideos, polenta, harina, yerba, y algunos productos lácteos.
Justamente, se trata de los alimentos en los cuales se habían reclamado incrementos en los precios. Los empresarios argumentan que, en un país con una inflación interanual del 50%, resulta imposible sostener un freno de 70 días.
Entre las subas en los costos figura lo que sucedió con el valor del trigo, que se encareció 30% en los últimos meses.
En estos sectores se explica que el 70% del costo de los aceites envasados se encuentra en la materia prima. A modo de ejemplo, explican que el aceite crudo de girasol aumentó de $38,4 la tonelada a $ 43,5, es decir, un 13,3%.
Y lo que sucede con los costos del transporte. Los ejecutivos cuentan que camiones que antes llegaban a la Ciudad de Buenos Aires cargados de mercadería y volvían a salir otra vez cargados, ahora no pueden hacerlo. Se vuelven vacíos ya que, por la cuarentena, hay fábricas que permanecen cerradas.
Esa situación impacta directamente en los costos del transporte y la logística. Las empresas, entonces, terminan pagando más caro por el mismo servicio de siempre.
También adjudican responsabilidad al precio del dólar que, aunque estabilizado, muestra un constante encarecimiento, que en el año ya acumula 12 por ciento, sin que ese incremento se haya trasladado a los precios.
Fuente: iProfesional
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