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Rivadavia al 300 – Doble vuelta de llave

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Rivadavia al 300 – cuatro generaciones – sangre italiana que echaba raíces en San Nicolás de los Arroyos. Hogar de Alfredo Ángel Gillone y María Angélica Benítez, quiénes trajeron al mundo dos hijas, María Isabel Gillone y Julia Mabel Gillone. Alfredo, hijo de Don Alfredo Ernesto Gillone y Doña Carlota Parodi. Angélica, hija de Nicasio Gregorio Benítez y Juana Morel.

Ésta foto refleja el final de lo que significó una esquina tradicional de la ciudad. Rivadavia al 300, Rivadavia 290 o Falcón 99. Mes de abril del año 2005.

María Isabel Gillone, mas conocida como “Isa” para los vecinos y familiares, fue una guerrera incansable en los tiempos pasados. Cansada, pero tenaz y luchadora, plasmó en palabras lo que significó en su vida esa esquina, su HOGAR. Al vender la propiedad de sus padres, para dividir entre hermanas, escribió una nota la cual cerró un ciclo, tanto para ella como para cada uno que vivió en ese lugar, siempre que lo llevaran en el alma, sus raíces.

Doble vuelta de llave…

Una doble vuelta de llave y miles de recuerdos agolpándose en ésta retrospectiva de mi vida, porque es la última doble vuelta de llave y la fría realidad de que nunca más volveré a entrar por ésta puerta de Rivadavia al trescientos… que fue hogar de cuatro generaciones… mis abuelos, mis padres, mía y de mis hijos.

Tanta historia, tantos recuerdos…

Rivadavia al trescientos, y aquel abuelo con su pelo blanco tocando el piano… sangre italiana trayendo al mundo cuatro hijos, a quienes el destino llevó por caminos diferentes. Pero hubo uno, fuiste vos papá, quién decidió plantar su vida definitivamente acá… donde proyectaste tus sueños y los fuiste cumpliendo uno a uno… tu esposa, tus hijas, tus nietos, de quienes supiste ser un verdadero padre…

Fuiste un rudo labrador, bondadoso y fuerte, así te recuerdo, con esa fortaleza que te caracterizaba y tu mirada en alto… siempre, con tus muletas, yendo y viniendo…

Fuiste un gigante bueno, todo aquel que te conoció no pudo dejar de quererte…

¿Cómo olvidar, entonces, aquella última mirada clavada en la mía, como sintiéndote perdido y en manos de Dios?.

Con tus deseos de vivir no alcanzó papá, no pude hacer nada más que aquel último beso en tu frente tibia aquel día de julio que te fuiste.

Cuántos recuerdo mamá… tu carácter introvertido y demasiado dependiente a las decisiones de papá no te ayudaron demasiado y no soportaste su partida… quisiste ser fuerte pero no pudiste sin él… entonces bajaste los brazos y te fuiste diez meses después… cuánto luchaste por él durante su larga enfermedad, fuiste su compañera fiel, mirando siempre por sus ojos, silenciosa, dedicada…

Rivadavia al trescientos… cuántos recuerdos… papá y mamá… Alfredo y Angélica… siempre juntos… jamás una discusión delante de sus hijas, jamás…

¿Cómo olvidar aquellos domingos, en familia, nuestras idas al cine y las visitas a la abuela?.

Rivadavia al trescientos, llegó la hora de partir… con lágrimas en los ojos, recordando mis años felices de mi infancia, junto a mis padres, y especialmente las duras pruebas por las que atravesé durante los últimos treinta años, y la más difícil… la que me enseñó y con la que aprendí el verdadero valor de las cosas y de los seres que me rodean…

Por eso hoy, DIOS, quiero darte las gracias por los padres maravillosos, por los hijos, por la vida que me diste. Doble vuelta de llave, Rivadavia al trescientos, parto con el corazón acongojado, pero repleto de recuerdos, voces llenas de amor. Isabel Gillone.

Fuente
Silvina Pérez

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