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Un hospital con todas las de la ley: Cómo se aplica la ley de IVE en el Evita de Lanús

Las mujeres llegan al Evita por su cuenta o derivadas luego de llamar al 0800-222.3444 de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de Nación.

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Imagen: Bernardino Avila

El médico se asoma a la sala de espera. Lleva guardapolvo blanco y el pelo entrecano, igual que sus cejas robustas y la barba que se le deja ver por fuera del barbijo, también blanco.

–¿Quién está para consejería? –pregunta a las mujeres que esperan, algunas sentadas en bancos de madera, otras de pie, frente a la puerta de ingreso al servicio de Maternidad.

–Vengo para IVE –responde una de ellas, sin timidez. Y el médico la invita a pasar. Al lado de la puerta hay un teléfono público de Telefónica, celeste, una reliquia en desuso.

Es media mañana del jueves 4 de febrero. Hasta el mediodía, Osvaldo Santiago, jefe de Obstetricia del Hospital Evita, de Lanús, en el sur del conurbano, atenderá ese día a siete mujeres que consultan por una interrupción voluntaria de embarazo, una IVE: así piden la práctica médica que salió de la clandestinidad en la madrugada del 30 de diciembre, cuando el Congreso aprobó la ley que regula su atención.

Una de ellas, de 17 años, fue acompañada por una tía. “Estaba muy convencida. La mamá, nos dijo ella, acompaña su decisión”, cuenta el médico, con 36 años de antigüedad en el Evita y cuatro al frente del servicio de Obstetricia. Las demás mujeres que consultan esa mañana por una IVE tienen entre 23 y 32 años: solo una es madre de un solo hijo; las demás, de dos o tres criaturas. Ninguna supera las siete semanas de gestación. “Antes lo que notábamos es que hacían un recorrido por centros de salud y hospitales buscando una respuesta. Llegaban por una ILE con embarazos avanzados, incluso en el segundo trimestre. Ahora vienen rápido, y eso les permite tener tiempo para pensarlo y decidir”, dice Santiago.

En dos o tres días más tendrán resuelto el problema de ese embarazo que no quieren continuar. Y podrán elegir entre una aspiración endouterina (AMEU), que se hace en el mismo hospital, o llevarse las pastillas de misoprostol y gestionar el aborto en su casa. Tendrán, además, que optar por un anticonceptivo. Les sugieren los de larga duración: un DIU o un implante subdérmico. Si las ven con dudas, les dan más días para decidir. “Les decimos que nosotros acompañamos su decisión”, dice a Página 12 el obstetra. Además de las consultas, “hoy hicimos una AMEU y dos mujeres se llevaron medicación para la IVE”, agrega.

La información de cada paciente la tiene detallada en un cuaderno de cubiertas color verde. Verde aborto. No es casualidad.

–Lo busqué especialmente –dice con una sonrisa cómplice que se adivina debajo del barbijo cuando está cronista le pregunta por el color del cuaderno. Santiago lidera uno de los cuatrocientos equipos que están garantizando el acceso a una IVE desde el 24 de enero –cuando entró en vigencia la Ley 27.610 que regula la interrupción voluntaria de embarazo en las primeras 14 semanas de gestación– en centros de salud y hospitales provinciales, en el territorio bonaerense.

Contrastes

La provincia gobernada por Axel Kicillof ya redactó y distribuyó en centros de salud y hospitales de cada zona sanitaria una guía de atención de la IVE y a la vez entregó las dosis necesarias de misoprostol, el medicamento con el que se puede realizar la práctica. Aunque hay municipios como el de San Miguel –cuyo intendente, Jaime Méndez, es de Cambiemos–, y algunos rurales, del interior provincial, que se autodeclaran “pro vida” y en los efectores de salud que gestionan en el ámbito comunal no garantizan la IVE, el Ministerio de Salud bonaerense se encarga de garantizar la atención en sus propios centros de salud o en municipios vecinos, según explicó a Página 12 Carlota Ramírez, directora de Salud Sexual y Reproductiva, del Ministerio de Salud bonaerense. De todas formas, está clara la decisión política provincial de que se implemente la ley –sancionada en la madrugada del 30 de diciembre de 2020–, un reclamo histórico del movimiento feminista y promesa de campaña electoral del presidente Alberto Fernández.

En otras provincias, como Tucumán, también gobernada por el peronismo –pero con un perfil conservador como el que ostenta su mandatario, Juan Manzur– circulan entre los médicos tocoginecólogos del sector público formularios para declararse objetores de conciencia. Ni siquiera la provincia adhirió a la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable de 2002, no se coloca en todos sus servicios DIU, o hay farmacias en hospitales atendidas por objetores y no entregan misoprostol, todavía, incluso, hay muchas dificultades para hacer una ligadura tubaria, ni elaboró un protocolo para la actuación en casos de ILE, en caso de violación y cuando corre peligro la salud o la vida de la mujer y hay apenas unos seis equipos que garantizan esas intervenciones. Con ese panorama, médicas de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir advierten que será muy difícil la implementación de la Ley de IVE.

Compromiso

Uno de los hospitales de la provincia de Buenos Aires donde, tal vez, está más aceitada la atención de la IVE en el conurbano es en el Evita, de Lanús. La demanda de atención por un aborto se incrementó notablemente desde que rige la 27.610, apunta su director, el pediatra Javier Maroni. El médico Santiago revisa su cuaderno verde: entre el 1° y el 23 de enero tuvieron 25 consultas por ILE. Desde el 24 de enero, cuando entró en vigencia la nueva ley, hasta el jueves, recibieron unas 40 por IVE: en apenas 11 días. La mayoría de mujeres humildes, de la zona, pero también “vino alguna gente con OSDE”, dice Sandra Vázquez, directora asociada del Evita y trabajadora social.

Las mujeres llegan al Evita por su cuenta o derivadas luego de llamar al 0800-222.3444 de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de Nación. En los últimos días esta línea gratuita se vio desbordada por el incremento de las consultas: cada mujer o persona gestante que demanda una IVE es derivada al centro de salud u hospital que pueda garantizar el aborto cerca de su domicilio. Llaman mujeres de distintos lugares del país.

“Vemos que la ley trajo un alivio y certezas a los equipos. Cada vez más equipos nos están pidiendo capacitación. En marzo se lanza una formación de formadores”, dice Carlota Ramírez, directora provincial de Salud Sexual y Reproductiva. También cuenta que les llegaron un par de consultas de médicos a los que los están presionando para declararse objetores de conciencia en instituciones médicas privadas. Los estamos asesorando”. Entre los desafíos de su gestión están que el sector privado garantice la IVE y que cada mujer que acceda a la práctica se vaya con un anticonceptivo. “No siempre sucede. Si bien se mandan a todos los municipios, no sabemos si están vencidos en algún depósito”, advierte la funcionaria.

–¿Se va a abrir un registro de objetores de conciencia en la provincia? –le preguntó este diario a Ramírez.

–No. No queremos focalizarnos en la lista de objetores sino en garantizar el servicio de IVE –aclaró–. El punto es cómo vamos a garantizar en 10 días la atención con los equipos que tenemos. Estamos monitoreando que se hagan las IVE en ese plazo –señaló. También dijo que IOMA, la obra social de empleados públicos bonaerenses, “ya está comprometida” a atender la IVE: “el problema de las obras sociales es que no tienen clínicas propias y derivan”, agregó.

La herencia

En las rejas de la entrada principal del Hospital Evita, vecinxs armaron un pequeño altar en homenaje a Diego Maradona: “”Aca nació D10S!!!. Gracias Doña Tota. El barrio lo agradece”, escribieron con letras negras en una camiseta celeste y blanca –de las truchas–, que colgaron con unos alambres de la reja. Hay también una bandera con el rostro del ídolo popular, otro paño pintado con aerosol celeste que dice: “Nació aca” y una bandera argentina con el sol y el nombre del futbolista, y algún ramito de flores artificiales. En uno de los pilares del portón quedó escrito también el cambio del nombre de la calle: ahora es ex Río de Janeiro. El Concejo Deliberante de Lanús la rebautizó Diego Armando Maradona, tras su fallecimiento. El portón de rejas verdes está cerrado y al Hospital Interzonal de Agudos Evita se ingresa por otra entrada, a pocos metros, sobre la misma calle Maradona. En el hall principal, hay un busto dorado de Evita –que cuentan en los pasillos del hospital, fue resguardado de las hordas gorilas en tiempos de la Revolución Fusiladora que los buscaban para destruirlos: trabajadores lo sacaron y enterraron en el jardín de la casa de uno de ellos y para reconocer el lugar le plantaron un rosal encima. Años después lo restituyeron. Hay murales y pinturas con el rostro de Evita en otros sectores del hospital.

Por las escaleras que bajan al subsuelo del hospital, sube una gran manguera que desemboca en la calle: “Es para extraer las aguas de las napas que inundan el subsuelo”, dice el director, designado en marzo de 2020. La gestión macrista en la provincia, dice el pediatra Javier Maroni, dejó al hospital que ocupa dos manzanas, en malas condiciones: como dato cuenta que tuvieron que colocar 2200 tubos de luz.

Misoprostol

Santiago, el jefe de Obstetricia, cuenta que empezaron a hacer ILE en el Evita hace ocho o nueve años, con un equipo interdisciplinario conformado por el jefe de la Sala de Obstetricia, Carlos Rodríguez, la jefa de Adolescencia, Viviana Fernández, varias integrantes del área de Trabajo Social y las residentes de tocoginecología. Ahora sumaron la atención de la IVE.

El servicio de Obstetricia o Maternidad, (como lo llaman también) está ubicado en el segundo piso. Justo enfrente de su entrada hay una capilla, con dos filas de 9 bancos cada una. Es grande. Luminosa. Las mujeres que se presentan por una IVE tienen a pocos metros ese emblema de la Iglesia Católica, con una imagen de la virgen María de tamaño humano en la zona del altar. Podrían entrar en ese espacio religioso más de diez consultorios, calcula esta cronista.

–¿Por qué la atención de IVE se hace en la Maternidad? –pregunta este diario. Justamente no quieren ser madres.

–Parece raro ¿no? Pero los profesionales que hacen ILE e IVE son de ese servicio. Cuando hay internaciones tratamos de evitar que la mujer esté al lado de un bebé recién nacido. De todas formas estamos preparando en la planta baja, cerca de los consultorios externos, dos consultorios de consejería en salud sexual. Así está más a mano –cuenta Álvarez. Antes de ser designada como directora asociada, la trabajadora social formaba parte del equipo interdisciplinario de ILE. Por su trayectoria, ese equipo fue convocado por el Ministerio de Salud de la provincia para capacitar en IVE a otros profesionales en otros municipios.

–Es un respaldo muy grande tener la Ley –celebra Alvarez.

–Hay que lograr que se abra una puerta (de un depósito) y caiga el misoprostol. Tenemos dosis pero la provisión tiene que ser mayor –se entusiasma el director del Evita.

–¿Tienen objetores de conciencia? –pregunta este diario.

–Por pasillos se escucha a algún médico decir: “si a mí me toca no lo hago”. Son objetores funcionales. Pero la práctica está garantizada –afirma Álvarez.

La conversación con Santiago, Álvarez y Maroni transcurre en una de las salas de reunión del servicio de Obstetricia, alrededor de una mesa. Por la ventana abierta, que da a la flamante calle Maradona, entra el sol, que volvió a brillar después de varios días grises y lluviosos.

La atención

El ingreso para una IVE en el Evita es la Maternidad y también el Servicio de Adolescencia, en la Planta Baja, aclara Álvarez.

–¿Cómo es el procedimiento para acceder a la IVE?

–La hacemos pasar a la mujer a un consultorio. Primero se le hace una ecografía para ver el tiempo gestacional y si el embarazo está bien ubicado y no es ectópico. Confirmado que está dentro del período de 14 semanas, se le pide una rutina de laboratorio para ver, entre otras cosas, que no esté anémica, por ejemplo. Se hace el mismo día en la planta baja, la ecografía también en el servicio de Rayos. Le planteamos que puede elegir entre AMEU o medicación. Y la citamos en 48 a 72 horas. Cuando vuelve tiene que tener decidido el método de interrupción y también el anticonceptivo que le vamos a dar. Cuando tienen hijos pequeños tal vez elijan AMEU, porque se evita estar pendiente del sangrado en su casa si tiene que ocuparse de los niños: solo le pide a una amiga que le cuide los chicos una mañana y entonces, en esos casos viene a las 8 de la mañana y a las 13 se va a su casa, con el tema resuelto. El procedimiento en sí mismo dura unos 15 minutos y se hace con anestesia local –dice el jefe de Obstetricia. Al lado de su cuaderno verde tiene la guía anillada que acaba de sacar la provincia para la atención de IVE. También su cubierta es verde.

Santiago cuenta que las mujeres tienden a dar explicaciones sobre sus motivaciones para pedir una IVE y les aclaran que no es necesario, que la ley no exige que tengan que justificar su decisión.

–Cuando vemos que está con dudas… les decimos que se tome una semana para pensarlo. Le damos la opción de charlarlo incluso con una psicóloga del hospital si quiere. Tuvimos en estos días una mujer que sentía mucha culpa, tenía una hija con discapacidad y se planteaba que con otro hijo no la iba a poder cuidar como necesitaba e iba a perder calidad de vida. Finalmente resolvió hacerse una IVE. También tenemos mujeres que vienen acompañadas por socorristas. Si se trata de una adolescente, la IVE con medicación se hace con internación para mayor seguridad, aclara Álvarez.

En el partido de Lanús, dos centros de salud de atención primaria, uno del lado Oeste, donde está el Evita, y otro del Este, están atendiendo IVE pero con pastillas. La AMEU se hace solo en hospitales.

“Yo la vi”

El jefe de Obstetricia del Evita, Osvaldo Santiago, cuenta que empezó a realizar abortos hace veinte años: en el 2001 en el centro de salud N° 5 de la ciudad de Buenos Aires, que estaba en “El Elefante Blanco”, ese edificio de doce pisos semiabandonado, ubicado en Ciudad Oculta, del barrio de Villa Lugano, que finalmente fue demolido en 2018. En aquel momento los abortos legales se hacían silenciosamente en el sector público. Faltaban 11 años para el histórico fallo FAL que exhortó a las provincias y a Nación a establecer protocolos de atención de la ILE, contemplada desde 1921 en el Código Penal. “Citábamos a las mujeres por fuera del horario de atención, alrededor de las 16, en un lugar de menor circulación. En ese momento el Estado no nos proveía de la medicación. Y no podíamos darla. Tratábamos de conseguir el Oxaprost –nombre comercial de un protector gástrico que incluía misoprostol y fue el primero que se empezó a usar en el país para el aborto con pastillas– y lo poníamos en un cajón y le decíamos a la mujer que se fijara si había quedado algún remedio ahí”, recuerda. El efecto que tenía el misoprostol, dice, lo aprendió cuando terminó la residencia en el Evita y fue a trabajar en el Hospital Italiano, en el ’90, ’91. “En el centro de salud de Lugano vi situaciones muy graves. Mujeres que llegaban después de colocarse un tallo de perejil o agujas de tejer para abortar. Yo lo vi. Acá en el Evita también lo vi. El caso que más recuerdo –dice y se le quiebra la voz– fue el de una chica que vino con el uniforme del colegio, un jumper, acompañada de la madre, totalmente infectada. Tenía 16 años. Eso me hizo cambiar la cabeza sobre el aborto”, cuenta con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.

El director del Evita, Javier Maroni, también tiene en su recuerdo una tragedia causada por la criminalización del aborto: la hermana de un enfermero que trabaja todavía en el hospital murió como consecuencia de una sepsis por un aborto practicado en la clandestinidad. “Sería el año ’99. Yo la vi. Estaba en la guardia. Había usado un tallo de perejil. Era mamá de cuatro chicos. Uno de sus hijos hoy es maestranza en el hospital. Ese caso dejó una marca enorme aquí en el hospital”, dice, conmovido.

La historia ya es otra. El aborto salió de la clandestinidad. Y en el Evita garantizan, con orgullo –se siente en el relato de lxs médicxs– la atención de la ILE y la IVE. No hay ningún cartel que lo diga. Pero se sabe. Y se hace. 

Fuente: Página 12


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