INTERÉS GENERALSAN NICOLÁS

Se reeditan las obras del nicoleño Manuel Peyrou, una narrativa dormida

La editorial porteña Libros del Zorzal acaba de publicar las nueve obras (también disponibles en e-book) del escritor Manuel Peyrou, más un nuevo ejemplar titulado Decadencia de la antropofagia. Este último recopila relatos dispersos aparecidos en distintos periódicos y revistas de la época. En síntesis, el decálogo de un autor que por omisión o desidia había quedado desde el siglo pasado al margen del canon académico y del mercado editorial. 

Se trata de las cinco novelas y cuatro libros de cuentos del escritor y periodista, quien nació en San Nicolás de los Arroyos en 1902 -provincia de Buenos Aires- y falleció en Capital Federal en 1974.  De profesión abogado, nunca ejerció la carrera de las leyes sino la de las letras en publicaciones de todo tipo. Fue redactor del diario La Prensa, bajo el seudónimo Septimio y crítico de cine en El Pueblo, otro medio gráfico. También colaboró en revistas literarias como Sur, Los Anales de Buenos Aires, Capítulo, Destiempo, Latitud y Expresión. El rescate y curaduría de la colección fue de Héctor Monacci, licenciado en Letras Clásicas de la UBA (Universidad de Buenos Aires), con el aporte de Oscar Peyrou, sobrino del escritor y crítico cinematográfico. 

Repercusión en los medios

“El escritor apagado que vuelve a iluminarse”, “El Chesterton argentino sin pelos en la lengua que regresa del olvido”, “Un escritor admirado por Jorge Luis Borges: se publica la narrativa completa de Peyrou”, fueron  algunos de los títulos que generó en la prensa la aparición de esta colección. Con Borges tuvo una estrecha amistad y el autor de “El Aleph” le dedicó, al poco tiempo de su fallecimiento, un poema incluido en el libro Historia de la noche. Quizás haya sido la sombra del frondoso árbol borgeano -que todo lo eclipsa- o sus comentarios siempre filosos los que terminaron por condenarlo al ostracismo durante tanto tiempo. De todos modos, sus cuentos no dejaron de  integrar antologías nacionales y extranjeras (“El collar”, “Julieta y el mago”, “Uno en dos”) y  manuales de Lengua y Literatura de secundario como “Muerte en el riachuelo”. En cuanto a la historia de la narrativa  policial, se debe a Rodolfo Walsh haber sacado la primera antología  sobre autores nacionales en 1953, llamada Diez cuentos policiales argentinos. En esta recopilación  figuraba “La espada dormida” un clásico de Peyrou, junto a relatos del propio Walsh y de Adolfo Luis Pérez Zelaschi, entre otros. Si bien el escritor transitó los acertijos del enigma detectivesco, también abordó el misterio y lo fantástico en sus creaciones. Otro relato de Peyrou muy difundido en internet es “La confesión”, un microcuento emblemático del autor.

Decálogo

La obra de Peyrou, fue traducida al inglés, francés, italiano y al griego; sin embargo, la mayoría de sus libros no habían sido publicados nuevamente más allá de las ediciones originales. La colección completa devuelve a los lectores las novelas  El estruendo de las rosas (1948), Las leyes del juego (1959), Acto y ceniza (1963), Se vuelven contra nosotros (1966) y El hijo rechazado (1969). Además, se sumaron los libros de cuentos La espada dormida (1944), La noche repetida (1953), El árbol de Judas (1961) y Marea de fervor (1967). A estos nueve volúmenes se agrega un décimo tomo, Decadencia de la Antropofagia, con textos no publicados antes como libro. 

Por otro lado, en 1985, Borges publicó un artículo en el diario El País llamado “Evocación de Manuel Peyrou”, en el que recordó a su amigo: “En sus primeros textos, como todo escritor que no es un irresponsable, Peyrou trató de ser Chesterton o una escéptica variante de Chesterton. En ´La noche repetida´ y en ´El árbol de Judas´, lo atareó la vieja mitología cuchillera de su barrio, de nuestro barrio, Palermo. Sus últimas novelas reflejan, como resignados espejos, el melancólico decurso de nuestra historia, a partir de aquella revolución de la que esperábamos tanto” recordó Borges en un fragmento de aquella evocación notable.

El detective    

El que hace las veces de sagaz investigador en las narraciones de Peyrou es Pablo S. Laborde, un viejo criollo que vivió su juventud en el campo, donde llegó a ser capataz de una estancia. Según se consigna en el cuento “Uno en dos”,  allí aprendió la ciencia de los “rastreadores”, que en las vastas extensiones de América saben buscar un animal perdido y encontrarlo. Laborde también profetizaba sin equivocarse el estado del tiempo y en las noches oscuras conocía la identidad de los animales por el estilo y tono de su marcha. Luego se traslada a la capital y administra los bienes de unos parientes, al mismo tiempo que colabora con la fuerza policial cuando hace falta. 
    Volviendo a Manuel Peyrou, fue uno de los pocos escritores argentinos que integró la emblemática colección El Séptimo Círculo, creada y dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en 1945. El libro incluido de Peyrou fue El estruendo de las rosas, en el tomo n° 48, curiosamente el “muerto que habla” en los números de la quiniela. Esta obra está considerada como una de las primeras novelas policiales del país en el siglo XX, en una época de auge para el género. Sin dudas, esta reedición de Peyrou es uno de los acontecimientos literarios de la era pandémica, en un verdadero acto de justicia poética para un autor destacado. Columna de Maxi Carranza en diario Tribuna

Biografía de Manuel Peyrou

Manuel Peyrou se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1925, pero nunca ejerció la abogacía. Era hijo de Antonio Peyrou, abogado (que se recibió en la misma promoción de Macedonio Fernández y de Adolfo Bioy Domecq, padre de Adolfo Bioy Casares), y de Julia Olascoaga. Su abuelo fue el coronel Manuel José Olascoaga, uno de los organizadores de la Campaña del Desierto del general Julio A. Roca, pintor, dramaturgo, topógrafo, militar, revolucionario y fundador de Chos Malal y primer gobernador de Neuquén. Peyrou era también sobrino-nieto de Bernardo de Irigoyen, prócer de la organización argentina. Durante su juventud trabajó en los ferrocarriles -entonces, ingleses- mientras maduraba su vocación literaria. En 1935, con su cuento La noche incompleta, inició su colaboración en La Prensa, diario cuya redacción pasó a integrar poco después, primero como redactor y luego como editorialista e integrante del suplemento literario, función que cumplía al alcanzarlo la muerte.

Conoció a Jorge Luis Borges en la década de 1920. Fue uno de sus más íntimos amigos. Sus primeros libros fueron La espada dormida, colección de cuentos policiales publicados en 1944, y la novela El estruendo de las rosas, también de índole policial, publicada en 1948. Fue Borges quien lo vinculó con la revista literaria Sur y le encargó la sección de crítica cinematográfica en Los Anales de Buenos Aires, revista que el autor de El Aleph dirigía y desde la que dio a conocer los primeros trabajos de escritores que, con el transcurrir del tiempo, llegaron a ser nombres significativos de la historia literaria argentina, entre ellos Julio Cortázar.

Mientras ejercía el periodismo, Peyrou siguió desarrollando una labor literaria merecedora de importantes reconocimientos. Su primer libro, La espada dormida, obtuvo un premio municipal; en 1953, publicó La noche repetida, una colección de cuentos; en 1957, Las leyes del juego, novela a la que se adjudicó el Tercer Premio Nacional de Literatura; en 1959, El árbol de Judas, colección de cuentos distinguidos con el premio Ricardo Rojas; en 1963, Acto y ceniza, una novela; en 1966, la novela Se vuelven contra nosotros, Segundo Premio Municipal; en 1967, Marea de fervor, una colección de cuentos; y en 1969, El hijo rechazado, una novela, Segundo Premio Nacional de Literatura. Peyrou obtuvo también la Medalla de Oro del Consejo del Escritor correspondiente al decenio 1951-1960 y el Primer Premio en el Certamen Nacional de Cuentos que realizó, en 1956, la Dirección General de Cultura por su cuento La desconocida.

El relato de detectives, especie literaria que cultivó durante su primera etapa de escritor, fue el género en el que produjo excelentes páginas. Los cuentos policiales de Peyrou figuran en varias antologías argentinas y extranjeras. Entre las últimas, pueden citarse: Los más bellos cuentos del mundo, editada en Madrid por el Reader’s Digest, y la Antología de escritores argentinos, publicada en 1970, en Grecia, por Jorge Humuziadis. Asimismo, su novela El estruendo de las rosas fue traducida al inglés, editada por Herder and Herder, de los Estados Unidos, que también incluyó su cuento Julieta y el mago en una antología de cuentos hispanoamericanos.

Después de haber incursionado con éxito en el relato policial, Manuel Peyrou enfrentó la difícil empresa de la narración psicológica y testimonial. Preocupado por la realidad política del país y por la decadencia de las costumbres, registró en sus novelas, sin ninguna complacencia, las formas negativas del devenir político argentino. Las leyes del juego, Acto y ceniza y El hijo rechazado son buenos ejemplos de dicha intención. Como con reminiscencias de Balzac, lo social y económico se destacan en las peripecias de sus criaturas. Es que Peyrou, después de haber practicado el juego de lo policial y lo fantástico, que lo aproximaba al orbe literario de Borges, se interesó por los conflictos de las psicologías sociales para abordar a través de ellos la novela de testimonio y denuncia.

Existe otro rasgo de su personalidad literaria -y también humana- que no es posible soslayar: su amor por Buenos Aires. Este admirador de la literatura inglesa gustaba describir en su obra cosas y hechos de esa ciudad, sobre todo la zona del centro, de la que era un permanente y encariñado caminador.

Peyrou fue descendiente de una estirpe similar a la de Borges, uno de sus mejores amigos.
Se lo puede calificar como el Chesterton argentino.

Libros mas destacados

Las leyes del juego

En 1953 Peyrou publica el libro de cuentos “La noche repetida” y en 1959 la novela “Las leyes del juego”: ambos marcan la inclinación del autor por el policial, junto con una irreverencia en el humor que comienzan a delinear el ritmo de los temas centrales que se desplegarán en el resto de su obra. La mezcla de pasión amorosa y entusiasmo político sostiene lo central de su narrativa, acompañado siempre de una pormenorizada descripción de Buenos Aires y del gusto por el ambiente del crimen y el policial. Temas que aparecerán en los cuentos de 1961 “El árbol de Judas” y de “Marea de fervor” publicados en 1967 y en sus novelas “Acto y ceniza” de 1963, “Se vuelven contra nosotros” de 1966 y “El hijo rechazado” de 1969.

Decadencia de la Antropofagia

En los relatos de “Decadencia de la Antropofagia” -hasta ahora inéditos salvo su aparición en diarios y revistas- “están centrados en la soledad y corresponden con una etapa madura y más bien sombría, aunque no exenta de voluntad de optimismo” subraya Monacci y agrega: “algo de eso aparece también en la última novela, ‘El hijo rechazado'”.

Para las nuevas generaciones de lectores, el proceso de olvido al que fue sometido Peyrou es casi una ventaja: lo van a leer como un autor nuevo, casi como un contemporáneo. Monacci señala que en estos diez libros el lector encontrará “a un autor inteligente, humorista, imprevisible y variado, crítico en general de las ‘poses’, crítico de cualquier cercenamiento de las libertades individuales, de los nuevos ricos, de los corruptos, de los ambiciosos; algo mujeriego, algo gourmet, enamorado del centro de Buenos Aires y sus posibilidades”.

El investigador es consciente de que el mundo editorial tiene reglas propias, atadas a cuestiones económicas, pero “el olvido es un mal general que trabaja con rapidez también en medios intelectuales como la crítica”, señala y propone hacer un interesante ejercicio: tomar una docena de autores argentinos ganadores de premios literarios de una década del siglo XX y buscar cuántos han sido reeditados en el último medio siglo. “Los resultados son sorprendentes: casi nadie” asegura. Por eso Monacci manifiesta que “conviene una actitud de agradecimiento y alegría, para con las editoriales y los críticos, en los pocos casos de autores que siguen dando que hablar y que publicar, sean esas poquísimas reediciones de un canon extremadamente corto de ‘clásicos’, sea la atención editorial o crítica dada a las nuevas generaciones”.

“Manuel Peyrou fue, hasta ahora, uno de los náufragos de ese movimiento general hacia el olvido que puede ser terriblemente empobrecedor para cualquier literatura de historia corta, como la nuestra”HÉCTOR MONACCI

Otra clave de lectura de la obra de este escritor que estuvo durante veinte años en el centro de la escena literaria argentina, es la entrada que propone el curador. Es necesario saber que en las novelas posteriores a “El estruendo de las rosas”, Peyrou usó un procedimiento, que hizo famoso originalmente Balzac, de hacer reaparecer ciertos personajes atravesando los límites de cada novela: así podría suponerse que el lector que ordena esas lecturas consigue claves sobre un personaje que provienen del conocimiento de ese mismo personaje en la novela anterior.

Sin embargo, tanto para estas novelas como para los libros de cuentos es absolutamente posible la lectura desordenada y hedonista. Para una idea inicial de lectura en modo “tanteo” Monacci se anima a recomendar el cuento “Pudo haberme ocurrido”, el cuento “Muerte en el Riachuelo” y el cuento brevísimo “El vendedor de Biblias”. A partir de ese primer contacto, propone el experto una novela centrada en un crimen y un amor como “Las leyes del juego”, que puede ser una excelente puerta de acceso al gran novelista.

Borges le dedica a Peyrou algunas de sus reseñas, le escribe un poema y en diciembre de 1985 hace una sentida evocación publicada en el diario El País, donde manifiesta que “con el mismo agrado y con la misma curiosidad que sentí por primera vez, hace ya tantos años, releo la obra de mi amigo Manuel Peyrou”. Esta fuerte apuesta editorial va en esa línea de lectura.

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