Ataques de pánico en aumento
Las guardias hospitalarias suelen estar repletas de gente ansiosa. Pero un grupo de estos pacientes siente una desesperación aún mayor: siente que va morir en ese instante. Palpitaciones, sudores y mareos son algunos de los síntomas que padecen estas personas acompañados de un fuerte dolor de pecho. A veces, suele pensarse que podría ser un infarto. Así empieza un ataque de pánico y su frecuencia va en aumento entre la población, no sólo adulta.
En niños y adolescentes, más frecuentes
Cada vez más son más los adultos sufren de este síndrome, pero también afecta a adolescentes y niños. La sensación es la pérdida de control y una inminente sensación de muerte.
Les cuesta respirar, hiperventilan, sienten que se desmayan. El ataque dura unos minutos o unas horas, pero deja un efecto mucho más duradero. La de vivir con miedo de volver a padecer el ataque. Por eso, evitan los lugares donde les pasó y tienen dificultades para salir de sus casas por temor sentir lo mismo.
Los ataques de pánico en aumento
Los ataques de pánico son muy comunes: se estima que alrededor del 3% de la población padece uno al año. Las mujeres lo sufren más que los hombres.
En Estados Unidos, se calculaba que el 4,7% de los habitantes sufriría un ataque de pánico en algún momento de su vida. Pero la pandemia de COVID-19 multiplicó los casos. En junio de 2022, se estimó que el 29% de los estadounidenses había experimentado recientemente una crisis de ansiedad, mientras que en 2019 apenas pasaban el 8%, según la Asociación Cardiológica Americana (AHA).
Aunque no se sabe qué causa exactamente los ataques de pánico, parecen ir en aumento con el estrés de la vida actual. Podrían originarse en la respuesta de luchar o huir que se pone en marcha naturalmente ante un peligro.
Este mecanismo se vuelve patológico y se desencadena repentinamente en momentos donde no hay amenaza.
La mayoría de los casos se resuelven con psicoterapia de tipo cognitiva-conductual y medicación (ansiolíticos como las benzodiacepinas y, también, antidepresivos y beta-bloqueantes). Se recomienda también practicar ejercicio físico en forma rutinaria, evitar el alcohol y el café. Un reciente estudio confirmó que la cafeína en altas dosis (equivalente a 5 tazas) puede disparar ataques de pánico en personas con trastornos de ansiedad.
Niños con pánico
Los niños también pueden sufrir ataques de pánico, súbitos episodios de ansiedad con temblores, palpitaciones, calores o escalofríos, además de problemas para dormir. No se trata de los típicos miedos de ciertas etapas del desarrollo infantil sino de un trastorno que aparece súbitamente y termina por afectar su calidad de vida, los hace aislarse y vivir preocupados.
El diagnóstico de ataque de pánico se hace cuando un niño padece de dos episodios de ansiedad con síntomas físicos seguidos por, al menos, un mes de constante temor a padecer otro. Además de una consulta al pediatra o a un psicólogo infantil, los padres pueden ayudar a sus hijos de la siguiente forma:
- No desestimar lo que sienten y decirles que están para acompañarlos mientras dure.
- Asegurar que la sensación es fea, pero va a terminar.
- Ayudarlos a distraerse con algún juego, a respirar más despacio, darse un baño o practicar algún ejercicio al aire libre.
- Desalentar conductas evitativas en favor de enfrentar las situaciones que les generan ansiedad (como ir a la escuela, a un evento familiar o a dormir).
Los especialistas recomiendan tratar cuanto antes los ataques de pánico, para que no se repitan y se instalen como un desorden de pánico y para que no den lugar a fobias al salir de la casa, a estar con gente o a estar en lugares donde resultaría difícil escapar (agorafobia).
La exposición controlada a situaciones e ideas que generan ansiedad es el tratamiento más habitual para extinguir el miedo. Aunque se ha ensayado el uso de cannabis para aumentar el efecto de la terapia de exposición, un reciente estudio no encontró que el cannabidiol (CBD) tuviera efectividad para disminuir los desórdenes de pánico.
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