Cómo apoyar a alguien con un trastorno alimentario durante la época navideña
Según las últimas cifras de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), entre un 10 y un 15% de la población argentina tiene algún trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Y aunque el rango de aparición de esta enfermedad solía darse entre los 13 y los 19 años, cada vez aparecen más casos desde una edad más temprana, entre los 10 y 11 años, afectando más a mujeres que a hombres.
Son trastornos que provienen de la interacción de múltiples factores genéticos, psicológicos, sociales, familiares y/o personales; y empiezan por un intenso malestar con la propia imagen corporal. Cuestiones como la gordofobia, la promoción de dietas restrictivas o la sexualización de los cuerpos actúan como factores de vulnerabilidad frente a los TCA.
Durante las fiestas navideñas, en particular, es normal que el foco de atención se centre en la comida. Esto puede ser un desafío para personas con trastornos alimentarios, como anorexia, bulimia y trastorno por atracón, que ya tienen desafíos con la alimentación durante todo el año.
Por eso, a continuación algunas recomendaciones que escribió la dietista y nutricionista Azahara Nieto en el diario El País para apoyar a alguien que está pasando por esta situación durante la época navideña.
— No opines ni valores el físico de nadie, tanto si han habido cambios como si no. En su lugar, si realmente te preocupa, podés preguntar “¿Qué tal te encuentras?”.
— Halagar sin usar referencias estéticas. Por ejemplo: “te veo feliz”, “sos muy valiente”, “estoy orgulloso de vos”, “cuánta fuerza tienes”, “te admiro”, etcétera.
— No insistas con la comida. Podés ofrecer, obviamente, pero no insistir y menos caer en el chantaje emocional. Acá van algunos ejemplos: “¿De verdad me lo vas a despreciar?”, “Lo he hecho especialmente para vos”. Ese tipo de comentarios no ayudan, solo hacen que la otra persona se sienta culpable.
— Proponé otros planes que no necesariamente impliquen comida, como ir al cine, dar un paseo, ver las luces de Navidad. O, aún mejor, preguntá qué quiere hacer en esos días.
— Cuida el lenguaje. Estamos muy acostumbrados a categorizar la comida moralmente y a juzgarla como buena o mala. Aunque sea en tono de broma, tiene importancia, porque nadie se come algo tranquilo si elige una “mierda” para comer, siente que hay que compensar o volver al camino correcto. Imagina lo que es para alguien que está pasando por un trastorno del comportamiento alimentario, y que su verdadero triunfo sería poder comer eso que vos consideras una basura nutricional, sin culpa y sin conductas compensatorias después. Para una persona que pasa por un TCA, cada comida es un desafío constante.
— Ni en la mesa ni en ningún sitio se habla de los cuerpos de los demás. Quizá no veas la gravedad en esto, pero si tienes hijos o niños alrededor, los menores aprenden a valorar su cuerpo a través de estos comentarios y de cómo hables del tuyo, y si no encajan en la norma (ninguno encajamos), el discurso con su cuerpo no va a ser saludable. Esos comentarios siempre nos llevan a la comparación y de la comparación solo surge insatisfacción corporal y malestar. Además, esto potencia que observemos nuestro cuerpo de una manera disociada, lo fragmentamos, solo vemos lo estético y nos olvidamos de todo lo que hace por nosotros, de lo funcional que es. Nos guste o no, sea más o menos normativo, nuestro cuerpo hace por nosotros lo más importante: nos permite vivir y, ya solo por eso, merece todo nuestro respeto. Y por supuesto, el de los demás, también.
— Una persona que pasa por un TCA tiene terror a la comida, a ganar peso y a sentir hambre, por lo que poco ayudan los comentarios que invitan a hacer dieta después de las fiestas. Dejemos de decir que después de las fiestas toca cerrar la boca o que comienzan los juegos del hambre.
— Dejemos de valorar y premiar la delgadez. Aceptemos la diversidad corporal.
“Con nuestras palabras podemos conseguir que alguien que esté pasando por un TCA lo transite de una forma más amable, sin agravar lo que ya siente. Si cambiamos el discurso que mantenemos sobre nuestros cuerpos, los ajenos y la comida, conseguiremos tener una sociedad más sana mentalmente, conseguiremos prevenir los TCA y será más libre respecto a la estética“, finalizó la especialista.
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