INTERÉS GENERAL

De la espada y la cruz a la opción por los pobres del Papa Francisco

En 1958, la elección del papa Juan XXIII marcó un punto de inflexión en la historia de la región. El Concilio Vaticano II, que tuvo lugar en 1962, inauguró una nueva era con implicaciones políticas en América Latina. Numerosos sacerdotes comenzaron a revisar la teología, la práctica cotidiana, la liturgia y, sobre todo, la relación entre los sacerdotes y la población más humilde. Fue así como surgió lo que se conoció como la Teología de la Liberación en la década de 1960, y muchos sacerdotes en toda la región optaron por vivir en barrios pobres e incluso trabajar como obreros en fábricas, oponiéndose a las dictaduras “occidentales y cristianas”. La Revolución Cubana de 1959 también impactó a muchos de ellos, quienes encontraron que su experiencia no era incompatible con el socialismo, a pesar de la famosa frase de Marx sobre la religión como “opio de los pueblos”.

El nombramiento del cardenal argentino Jorge María Bergoglio como Papa Francisco en 2013 parece ser una continuación de la apertura iniciada por Juan XXIII. De hecho, cuando Bergoglio fue nombrado Papa, afirmó que era necesario revitalizar la Iglesia y esto fue comparado con la famosa frase de Juan XXIII de que era necesario “dejar entrar aire fresco por la ventana de la Iglesia Católica”. Sin embargo, el contexto actual es muy diferente al de hace sesenta años. Por un lado, la consolidación de gobiernos democráticos ha permitido una mirada retrospectiva crítica hacia el papel de la Iglesia Católica durante las dictaduras militares, que incluyó el asesinato de sacerdotes y monjas con la complicidad de algunas jerarquías eclesiásticas. Por otro lado, el crecimiento de las iglesias alternativas, especialmente las corrientes evangélicas que han ganado espacio en el ámbito religioso y político. Sin embargo, la elección de Francisco también ha traído aires nuevos para América Latina, ya que sucede a dos figuras conservadoras como Juan Pablo II y Benedicto XVI, y por primera vez en la historia, hay un Papa latinoamericano que se identifica con la historia de la región.

El Papa Francisco ha llevado su mensaje de justicia social, solidaridad y defensa de los más vulnerables a lo largo y ancho de América Latina. Sus visitas pastorales a países como Bolivia, Ecuador, Paraguay, Colombia, Chile y Perú han sido ocasiones en las que ha abordado temas candentes como la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la violencia, el medio ambiente y los derechos humanos. Ha denunciado abiertamente la exclusión social, la marginación de los pueblos indígenas, la explotación laboral, la trata de personas y el tráfico de drogas, entre otros males que afectan a la región.

El Papa Francisco ha abogado por una Iglesia más comprometida con los problemas reales de la gente, una Iglesia que esté en las periferias existenciales, una Iglesia que sea hospital de campaña para los heridos de la vida. Ha llamado a los líderes políticos y sociales a luchar contra la cultura del descarte, que trata a las personas como objetos desechables, y a promover una cultura del encuentro, que valore la diversidad, el diálogo y la inclusión.

Su liderazgo ha sido especialmente significativo en temas como el medio ambiente y la justicia climática. Ha instado a proteger la creación de Dios, a cuidar nuestra casa común y a tomar medidas concretas para enfrentar la crisis climática que amenaza a la humanidad y a la naturaleza. Su encíclica “Laudato Si'”, publicada en 2015, es un llamado urgente a adoptar un enfoque integral de la ecología que aborde tanto la crisis ambiental como la social, económica y ética que enfrentamos.

El Papa Francisco también ha sido un defensor de los migrantes y refugiados, llamando a acogerlos, protegerlos y respetar sus derechos. Ha denunciado la indiferencia y la discriminación hacia los migrantes, y ha instado a los países a buscar soluciones justas y humanitarias a la problemática migratoria.

Su mensaje ha tenido un impacto significativo en la región latinoamericana y caribeña, especialmente en aquellos sectores más marginados y excluidos de la sociedad. Ha inspirado a muchos a comprometerse con la justicia social, la solidaridad y la defensa de los derechos humanos, y ha promovido un enfoque más inclusivo y compasivo de la fe cristiana.

Sin embargo, el Papa Francisco también ha enfrentado críticas y resistencias, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Ha sido objeto de controversias y conflictos, especialmente en temas como la doctrina y la disciplina eclesiástica. Algunos lo consideran demasiado progresista, mientras que otros lo ven como un líder necesario para una Iglesia que se adapte a los desafíos del siglo XXI.

En conclusión, la historia de la Iglesia católica en América Latina y el Caribe ha estado marcada por la influencia de la espada y la cruz, pero también ha experimentado cambios significativos a lo largo del tiempo. La elección del Papa Francisco ha traído un aire nuevo a la región, con un enfoque más comprometido con la justicia social, la solidaridad y la defensa de los más vulnerables. Su liderazgo ha sido una voz profética que ha denunciado la exclusión social, la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la violencia y otros males que afectan a la región. Ha promovido un enfoque más inclusivo y compasivo de la fe cristiana, llamando a la Iglesia a estar en las periferias existenciales y a ser una hospital de campaña para los heridos de la vida.

Además, el Papa Francisco ha destacado la importancia de cuidar el medio ambiente y luchar por la justicia climática. Su encíclica “Laudato Si'” ha sido un llamado urgente a abordar la crisis ambiental y social de manera integral, instando a proteger la creación de Dios y adoptar medidas concretas para enfrentar la crisis climática.

En el ámbito migratorio, el Papa Francisco ha defendido a los migrantes y refugiados, llamando a acogerlos, protegerlos y respetar sus derechos. Ha denunciado la indiferencia y discriminación hacia los migrantes, y ha instado a los países a buscar soluciones justas y humanitarias a la problemática migratoria.

Sin embargo, el Papa Francisco también ha enfrentado críticas y resistencias, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Algunos lo consideran demasiado progresista en su enfoque, mientras que otros lo ven como un líder necesario para una Iglesia que se adapte a los desafíos del siglo XXI.

En resumen, el Papa Francisco ha llevado un mensaje de justicia social, solidaridad y defensa de los más vulnerables en América Latina y el Caribe. Su liderazgo ha sido una voz profética que ha buscado transformar la Iglesia y la sociedad, llamando a un enfoque más inclusivo, compasivo y comprometido con los problemas reales de la gente. Aunque ha enfrentado críticas y resistencias, su influencia en la región ha sido significativa, inspirando a muchos a comprometerse con la justicia social y los derechos humanos.

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Fuente
Silvina Pérez

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