Terminó la sequía en Argentina, pero para una normalidad climática faltan meses
En los últimos cuatro meses del 2022, Argentina recibió solo el 44% de la precipitación media. Es el peor registro en 35 años, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Pero fue el último golpe en esta temporada de sequía que arrancó en 2020 y que comienza a despedirse en este 2023.
El clima árido pegó duro en la producción agrícola. A su vez, la falta de lluvias afectó a las fuentes de agua potable y tuvo diversas consecuencias en la salud de las personas. No obstante, el regreso a la “normalidad” climática no será inmediato, aseguran los expertos.
Se retira el fenómeno de la Niña
La principal causa de la escasez de lluvias es el fenómeno de la Niña, la contracara del más conocido Niño, que trae más lluvias. Se trata de un fenómeno climático que ocurre en el Océano Pacífico, pero de impacto global.
El jueves 9 de marzo de este año la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos de EE.UU. anunció el fin del ciclo de la Niña -surgido en septiembre de 2020- y su transición a la fase neutral: ni Niña ni Niño.
No obstante, si bien terminó el ciclo de sequía en Argentina, la recuperación no será inmediata. “Que la Niña haya llegado a su fin no significa que de repente va a comenzar a llover. Uno de los componentes, el océano, ya cambió su fase, pero la atmósfera no es tan rápida. Le cuesta un poco más reaccionar a los cambios en la temperatura del agua, no es algo inmediato”, aseguró Cindy Fernández, comunicadora meteorológica, del Servicio Meteorológico Nacional.
Y agregó: “La realidad es que la atmósfera todavía se está comportando como si la Niña aún estuviera presente. Va a ser necesario esperar entre uno o dos meses para empezar a ver cambios en los patrones de circulación atmosférica”.
Las olas de calor traen más sequía
La sequía no solo es provocada por la Niña. Desde hace varios años, el país viene sufriendo olas de calor cada vez más frecuentes y extensas. “Las temperaturas extremas aumentan la demanda de agua del suelo por el proceso de evapotranspiración, que es la pérdida de humedad del suelo por evaporación directa y por transpiración de la vegetación”, explica Roberto Zanvettor, especialista en agrometeorología de la Universidad Nacional de Córdoba.
Y agrega: “La recuperación de la humedad en el suelo va a ser lenta, no se van a recargar de un día para el otro. Hay que recordar que en los meses invernales las precipitaciones son bajas en casi toda Argentina”.
El experto considera que, a pesar de que la sequía parece haber terminado, es probable que su impacto se extienda incluso hasta la próxima campaña de maíz y soja, cuya siembra se realiza en la primavera de 2023.
¿Y el cambio climático?
¿Cuánto tiene que ver el cambio climático con la sequía y las olas de calor que vivió Argentina en estos últimos meses? Un estudio de la organización Atribución Meteorológica Mundial no pudo atribuir la escasez de precipitaciones al cambio climático, que provocan la deforestación y las emisiones de gases de efecto invernadero a partir de la quema de combustibles fósiles.
Pero el calentamiento global sí estaría detrás de las temperaturas extremas. “El aumento de las temperaturas en la región se ha atribuido al cambio climático. Eso indica que el cambio climático probablemente redujo la disponibilidad de agua durante este periodo, aumentando así la sequía agrícola, aunque el estudio no puede cuantificar este efecto”, aclara el informe.
Los impactos de la sequía
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la cosecha de soja alcanzará las 29 megatoneladas en esta temporada, muy baja comparada con las más de 55 megatoneladas de la campaña 2018-2019. Es una cifra millonaria en dólares que no ingresarán al país, con un impacto indirecto en la economía cotidiana de los argentinos. Pero también en la salud de las personas:
- Escasez en las fuentes de agua. Pero también muchas de las fuentes de agua potable se secaron. Por ejemplo, la bajante en el río Paraná dejó al aire la toma de agua de Puerto Iguazú por lo que se tuvo que adaptar la cañería de abastecimiento. A inicios de marzo de 2023, el dique San Roque, que abastece a buena parte de la ciudad de Córdoba y es parte del paisaje de Villa Carlos Paz, estaba 2,5 metros por debajo del nivel que tenía en 2019.
- Concentración de contaminantes. Con menores caudales en los ríos y volúmenes en los lagos, se concentran los contaminantes en el agua. Además de escasez, la sequía reduce la calidad del agua potable y puede llegar a poner en riesgo a la población por intoxicaciones, si el tratamiento no es el óptimo.
- Aumento de enfermedades. La falta de agua puede diezmar la población de algunos animales vectores de enfermedades como los mosquitos, pero puede provocar una mayor dispersión de otros. “Hay vectores que se dispersan mejor en áreas secas, como algunas garrapatas, pero lo más crítico es qué hacen las personas durante la sequía. Conservan agua y eso puede generar pequeños reservorios alrededor de la casa que concentran vectores como roedores o el mosquito que transmite el dengue”, explicó Oscar Salomón, director del Instituto Nacional de Medicina Tropical.
- Alergias y asmas. Menos agua implica más tierra en suspensión. Y también más chances de que se produzcan incendios. El humo y el polvo provocaron aumentos de casos de alergias e intensificaron los cuadros de asma y otros problemas respiratorios. “En un clima seco es más fácil que se aerosolicen las partículas, que queden más tiempo en suspensión”, indicó Ledit Ardusso, médico experto en Inmunología y Alergia en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
- Problemas en la piel. La piel también padece el clima seco, especialmente los niños, adultos mayores y personas con predisposición a desarrollar problemas dermatológicos. Algunos síntomas comunes que aumentaron durante esta temporada de sequía fueron picazón y escamas. El cabello también se seca y se produce frizz, cuando las puntas del pelo se abren.
“Falta mucho tiempo para imaginarse que pasará con la próxima campaña, pero dada la situación actual de gran sequedad y considerando que en los próximos meses de otoño-invierno las lluvias son naturalmente escasas, el contenido de agua del perfil del suelo será bastante deficitario para la siembra de maíz y soja”, apunta Roberto Zanvettor. Terminó la sequía en Argentina, pero para una normalidad climática aún faltan unos cuantos meses.
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