Años 80: mujeres fundando el punk rock argentino
En este adelanto del libro “Al Taco. Historia del rock argentino hecho por mujeres (1954-1999)”, se reconstruyen los comienzos de nuestro punk rock y el protagonismo de las artistas mujeres como Trixy, Diana Nylon, Sissi Hansen, Roxana Curras, Pat Pietrafesa, Sybil Korostischevsky, Viviana D’Andrea (Johanna), Alejandra Gravinese, Exeroica, Mónica Vidal y Celeste Carballo.
“Las chicas inventaron el punk, no Inglaterra”, decía la remera que Kim Gordon lució en un show de 1993, luego de que se la lanzaran desde el público; según ella misma cuenta, la usó “porque la vi como una manera lúcida de zanjar el eterno debate sobre si el punk nació en Nueva York o en Londres”.
Esto invitaba también a ahondar sobre el rol femenino en la construcción de ese movimiento contracultural, algo sobre lo que reflexionan, desde el campo de la musicología, Eduardo y Laura Viñuela:
“Desarrollado a finales de la década de los 70, este movimiento coincidió con la segunda ola feminista y creó un clima propicio para la participación de las mujeres gracias a su carácter subversivo y a la actitud positiva de la audiencia hacia grupos no profesionales, lo que animó a muchas mujeres a tocar y componer sus propios temas. De esta manera, se introdujeron en la música popular temas hasta entonces tabú (menstruación, violación, anorexia, masturbación femenina), insertando el cuerpo femenino en el discurso musical a través de las letras de las canciones y los nombres de los grupos (Bleeding Woman, Anna Rexic, Bodyfunctions).
Las mujeres pudieron expresar así su rechazo hacia un sistema de género por el que se sentían oprimidas y romper el discurso heterosexista del rock y el pop”.
De la forma que fuera que el punk haya nacido en otras tierras, lo cierto es que en este inicio de la década de los 80, en Buenos Aires, ya tenía su expresión local. Y un poco antes también: “el germen/virus de este tipo de prácticas puede encontrarse entre los años 1978 y 1981, cuando comenzaron a formarse intuitiva y desesperadamente los primeros grupos de música punk”, señalan Nicolás Cuello y Lucas Morgan Disalvo en su libro “Ninguna línea recta: contraculturas punk y políticas sexuales en Argentina (1984-2007)”.
En una de las primeras noches de 1980, este incipiente movimiento tuvo un punto de encuentro en un festival porteño llamado “All that Punk”. El evento comenzó en Mon Bijou, un cabaret de la calle Marcelo T. de Alvear, y por problemas técnicos, continuó en el local de al lado: La Cuesta, un sótano donde funcionaba una peña folklórica.
Esa noche contó con el encuentro de bandas como Los Laxantes, Los Violadores, Richie y sus Coperas, y también, se dio el encuentro de dos pioneras del punk. Una de ellas, arriba del escenario, era Diana Nylon, performer y música que lideraba bandas como Instigación Pública y Pogo x Nylon; debajo del escenario, entre el público estaba Sandra Elena Chaya, quien pronto sería Trixy en su banda Trixy y los Maniáticos.
En 1981 debutaron en un ciclo de shows junto a Los Violadores, los sábados a la medianoche en Le Chevalet, un coqueto restaurant francés ubicado en la calle Ecuador, detrás del Hospital Alemán, que durante unos pocos meses albergó la movida punk en sus trasnoches de los fines de semana.
No sería la única vez que el grupo Trixy y Los Maniáticos se vea asociado a Los Violadores. Gustavo “Stuka” Fossá y Sandra “Trixy” Chaya fueron pareja en la vida y en la música y esa unión tuvo su correlato en las fechas de recitales, los equipos y las salas compartidos y hasta en la composición de las canciones, mayoritariamente a cargo de Stuka, en la primera etapa de la banda.
La primera formación de Trixy y Los Maniáticos contaba con Alejandro “Vulcano” Seoane en batería y Robert “el Polako” Zelazek en guitarra. Luego del debut en Le Chevalet, y tras 5 ó 6 shows ahí, surgió la posibilidad de tocar en un auditorio para 150 personas en la Universidad de Belgrano. Un ámbito impensado para el incipiente punk de entonces, que crecía casi en la clandestinidad, y un evento que será considerado fundacional del punk en la Argentina.
La fecha la compartían con otras dos bandas: La Rosanroll Band (la más convocante por ese entonces) y Los Violadores. Ese viernes, el 17 de julio de 1981, abrió el recital Trixy y Los Maniáticos. Cuando terminaron su presentación, les siguieron Los Violadores. Es sabido que no llegaron a terminar porque se desató la guerra entre quienes seguían a la Rosanroll Band y el público punk.
Volaron sillas para todos lados, destrozaron el auditorio y llegó la policía, como siempre, para cerrar el evento. Este escandaloso final con destrozos y gente detenida visibilizó el punk local a través de reseñas en medios de comunicación, como las de Gloria Guerrero en sus columnas de Revista Humor y las de Roberto Pettinato en El Expreso Imaginario.
Ese será el último show de Trixy y los Maniáticos con la formación inicial: Robert Zelazek deja de ser el guitarrista de Trixy para ser el legendario bajista de Los Violadores, y entra a la cancha la guitarra candente de Roxana Curras, una artista que tendrá enorme relevancia en el punk local.
Llegó el año 1982, y con él, se abrió el café Einstein, un primer piso en la calle Córdoba 2547 de la Capital, que supo albergar a las nuevas bandas que estaban surgiendo en Buenos Aires y variadas expresiones artísticas, entre ellas, las actuaciones del colectivo arty-punk Geniol con Coca. Geniol (músico, actor, mimo) desplegaba su talento junto a músicos como Stuka, Nano Herrera, y junto a ellos, otra de nuestras pioneras de la incipiente escena del punk: Sissi Hansen, quien participaba en los coros, y en la actuación.
La mecha del punk ya está encendida en nuestro país en estos inicios de los años 80. Pronto ocurrirá que a la música se le sume el activismo, pero para eso hace falta que entre en escena Patricia Pietrafesa, una pionera del activismo punk, una referente de la cultura autogestionada, además de música y protagonista fundamental de toda la historia del rock que estaría por venir, hasta la actualidad.
Pronto irrumpirían también en la escena del punk Sybil Korostischevsky, editora del fanzine Diarrea Mental; Viviana D’Andrea (Johanna), con su banda Soberanía Personal; Alejandra Gravinese, la bajista de Rigidez Kadavérika; Mónica Vidal, la cantante de Antihéroes; y las Exeroica: la banda punk quilmeña formada íntegramente por mujeres.
Hazlo tú misma
En el año 83 Pat Pietrafesa ingresó al mundo del rock cuando se colgó una guitarra Faim Les Paul negra, Marcelo Inservible le enseñó acordes de quinta, y se incorporó a la banda Los Inservibles. Compartió con ellos 3 o 4 recitales por un período de casi un año, que culminó el 11 de julio de 1984 en Lanús Oeste, con el último recital que no llegaron a dar porque toda la gente fue llevada detenida por la policía: músicos, músicas, y el público. Algunas personas permanecieron detenidas durante una semana como fue el caso de Pat.
Con mucho que decir y varias letras escritas, dejó el grupo para conformar su propia banda de punk rock político, Sentimiento incontrolable, con ella en el bajo.
Debutaron el 7 de julio de 1985 en un recital para recaudar fondos para presos, el segundo que organizaba Pat junto a Ruth Mary Kelly, trabajadora sexual y activista que quería sindicalizar la actividad. Ya para entonces, Pat participaba de marchas por la derogación de los edictos policiales y la averiguación de antecedentes.
Según ella misma cuenta en el libro “Derrumbando la casa Rosada”, Ruth Mary Kelly la llevó al Sasid (Servicio Asistencia Social al Detenido), y allí junto a Eugenio Zaffaroni, le explicaron cómo proceder en caso de detención. Además, le dieron una copia del Código de Contravenciones Policiales. Leerlo la indignó y la llevó a asistir cada vez más asiduamente a reuniones de la comisión de lucha por la derogación de la averiguación de antecedentes y edictos policiales. Muchas eran las víctimas de la policía y algunas, como Pat, comenzaban a sumarse a las marchas para decir basta.
En esas marchas estaba Sybil Korostischevsky, la editora del fanzine Diarrea Mental.
Unos años atrás, durante las vacaciones de verano del 82, en un acto de rebeldía total, Sybil se había cortado su primera cresta. Y al volver a la escuela nocturna donde cursaba el segundo año de dibujo publicitario, divisó en el patio durante el recreo otra cresta: era la de Gary Durana, quien más tarde se convirtió en guitarrista de la banda punk Mutantes del Kaos, su compañero de Diarrea Mental y el padre de su primer hijo.
Diarrea Mental surge entre los años 83 y 84, fueron tres números en total que contribuyeron al decir y sentir de esos y esas jóvenes que escupían al mundo desde la vereda de enfrente del conformismo. Sybil explica su activismo como una respuesta natural, propia de una juventud comprometida que fue castigada por una policía que no estaba ni enterada de la vuelta de la democracia.
La música era también un canal de expresión para Sybil: una de sus bandas fue Basura Estatal, que tuvo muchísimos ensayos y pocos recitales; algunos aún le recuerdan una de sus presentaciones en un Festipunk donde Sybil gritaba la frase “Cabo de guardia, ¡quiero salir!”, para abrirle paso a un hardcore arrasador.
A fines de aquel 1984, Pat Pietrafesa publicó el primero de los 12 números del Fanzine Resistencia que saldrían hasta el año 2001. En tiempos en los que acceder la información no era fácil, Resistencia funcionaba como un nexo coordinante donde se registraba lo que había pasado, y se contaba lo que iba a pasar, promovía los encuentros, la reflexión y el intercambio de material musical y literario local e internacional.
En el segundo número de Resistencia, se lanzó la convocatoria para los encuentros de punks en el jardín Botánico, jornadas en las que se impulsaban marchas, proyectos, se intercambiaban material y se afianzaban vínculos. La idea de estos encuentros había surgido en conversaciones entre Pat Pietrafesa y Mónica Vidal, cantante de la banda punk Antihéroes.
Quienes hayan estado en Cemento, en la fecha propia que hizo Antihéroes, recordarán a Mónica Vidal, enfundada en un vestido blanco a juego con su tez pálida, rematado por el azabache del pelo y el rojo furioso de los labios, iluminándose cada vez más, mientras sonaba “Flores cubiertas con sangre”, con las velas que iba encendiendo y acomodando sobre un tablón. También seguramente la recuerden quienes la comenzaron a escupir desde el público en un show en Temperley, y la vieron secarse la frente con el brazo en cámara lenta, despejando su mirada amenazante, y en ese mismo instante, mágicamente, los hizo parar.
Antihéroes había debutado la noche del 7 de septiembre del 85 en La Manzana de las Luces, en una fecha compartida con la banda Los Pillos, fórmula que volvería a darse en el futuro.
El debut será recordado por lo que podríamos llamar un final “bomba”: en el último tema explotó uno de los equipos del grupo, lo que provocó gritos de asombro de los presentes, que pensaban que el humo y el chispazo habían sido efectos especiales.
Solían tocar en el Teatro de la Fábula, el Teatro Santa María, el Parakultural, en la discoteca Cemento, con un repertorio propio. La dinámica de composición partía de las letras de Mónica como un armazón al que se le calzaba la música. Aunque también hubo otras experiencias creativas como la técnica de cadáver exquisito que dio origen a la letra de la canción “Flores cubiertas con sangre”.
Hasta aquí, nada hacía prever el trágico destino que esperaba por Mónica Vidal, como veremos unos años más adelante.
En 1985, Celeste Carballo hace su extraordinario aporte al punk rock argentino con su disco “Celeste y la Generación”. Había empezado a incursionar en este universo en una gira por España realizada el año anterior.
La periodista Romina Zanellato, en su libro “Brilla la luz para ellas“, narra que Celeste “se trajo discos punk-pop españoles como el de “Parálisis permanente”. Pero fueron sus amigas Roxana Curras –guitarrista de Trixy y los maniáticos- y Ayelen Guezamburu –que traía de sus viajes por Estados Unidos joyas que no se conseguían en las disquerías-, las que la metieron de lleno en el género.
La influencia más importante fue un álbum de 1978 que combina punk rock y new wave, de una banda londinense liderada por una chica”. Así se lo describe Celeste a la periodista: ”Cuando escuché X-Rey Spex me quemó el bocho mal, Poly Styrene me encantó. Sí, ya venía escuchando las bandas españolas, también a The Clash, pero nosotras íbamos más por Germfree Adolescents de X-Rey Spex, por eso La Generación tiene un saxo” .
En 1986, Pat Pietrafesa lanzó su minisello de cassettes “Grabaciones Caseras Cagan el Negocio de la Música” con un nombre que explica el medio y el fin de su emprendimiento. Durante el verano conoció a Martín Peragallo (Lingux), él se convirtió en el cantante de Sentimiento Incontrolable, con su hermano Lucas en Bajo, y Pat en guitarra (más tarde, se sumaría Melchor en batería). También cambia el nombre: Anarkía un Sentimiento Incontrolable. En las presentaciones, recitaban las listas de personas detenidas con nombre y apellido, fecha y comisaría.
A partir de charlas entre Pat Pietrafesa y Gary Durana se plantearon la necesidad de agruparse entre bandas para conseguir salas de ensayo, equipos, salas de grabación y lugares donde poder tocar y también montar una barra y puestos de Fanzines y grabaciones. Ya contaban con el antecedente de un festival que Pat había ayudado a organizar, que se llamó Festipunk, y donde se había logrado un buen nivel de convocatoria.
Junto con las primeras bandas agrupadas en cooperativa, lanzaron una convocatoria que atrajo a otras bandas y comenzaron las reuniones en Boedo. Así nacieron los primeros festivales punk autogestionados.
El puntapié inicial de una serie de tres festivales de la cooperativa se dio la noche del 2 de mayo de 1986 en el Salón Verdi, en el barrio de la Boca. Se le sumaron otros dos el 30 de agosto y el 18 de octubre de ese mismo año, ambos en la Sociedad Polonesa Bartosz Glowacki, de Valentín Alsina, con una amplia convocatoria. En ese Festipunk de octubre en la sociedad Polonesa fue la última vez que Pat tocó con Sentimiento Incontrolable.
A principios de noviembre ya estaba ensayando con Gary Durana en la nueva banda Miles de Millones de Cadáveres de Niños Negros Muertos de Hambre y de Frío. La formación original fue con Pat en bajo, Gary en batería, Claudio en guitarra y Carolina “Carol” Vera Antolinetti en voz, una adolescente de 15 años que ya aportaba sus composiciones a la banda.
Con algunos cambios en la formación y varios ensayos, debutaron en diciembre del 86 como Cadáveres de Niños y continuaron en la escena del punk hasta el 89. En paralelo, Pat incursionaba en otras experiencias musicales como el dúo Hola Rita, o la banda Traición a la Música, también conocida como Traición a la Patria.
A mediados de 1986, Los Maniáticos deciden seguir su camino sin Trixy. Con Roxana Curras como vocalista, la banda seguirá recorriendo todo el circuito under local, presentándose en festivales, hasta su disolución en 1988.
Por su parte, Trixy reunió una nueva formación con Juan Rizaffi en bajo, Sergio Vall en batería, Eugenio Dolera en guitarra y Cristian “Cocoliso” di Napoli en teclados, y en aquel mismo año, Sissi Hansen saca su primer disco, titulado “Mi Religión”, cuya canción “Hongos” figuró en el Ranking Rock and Pop posicionada dentro de las 25 canciones más escuchadas del momento.
Es también en 1986 cuando asistimos a la irrupción en escena de una banda de punk rock formada íntegramente por mujeres.
Y así fue cómo ocurrió: caminando por las calles del centro de Quilmes, dos chicas punk paran a otra de pelo platinado y apariencia muy similar, y le preguntan si tocaba algún instrumento. La que contesta toca la guitarra. Las que preguntan tocan bajo y batería. De aquel encuentro entre la casualidad y la curiosidad, nacería la banda Exeroica: Nancy Cintioni en Bajo, Nora Dieguez en batería, Patra Ariño en guitarra y Ana Lía en voz.
Patra recuerda algunas dificultades que debió sortear en su camino en el punk rock: “En mi familia no hubo músicos, yo fui la primera. Tampoco tuve el apoyo de mis padres, todo lo contrario. Para ir a tocar tenía que ser en secreto, ellos no podían saber porque se enfadaban muchísimo. Las veces que salí en revistas, fanzines o en el Sí de Clarín no se los podía mostrar porque ardía Troya”.
Patra tocaba la guitarra desde que tenía 9 años, y en el caso de Nancy Cintioni, la bajista de Exeroica, también su historia con la música había empezado desde chica. Fue cuando escuchó a los Sex Pistols que se dijo “yo quiero ser como Sid Vicious”. Le gustaba la idea de formar una banda y el bajo fue el pasaporte para concretarla porque siempre veía que lo que faltaban eran bajistas. Cree que su decisión por el bajo fue un poco por ese lado “entre Sid Vicious y que faltaba un bajista”.
El primer bajo lo obtuvo gracias a su familia, que le compró uno de la segunda línea de Faim, una marca de fabricación nacional.
A aquel bajo se le sumó el punk cuando Nancy repitió el tercer año de la secundaria y uno de sus compañeros nuevos le hizo escuchar a The Clash y los Ramones. De inmediato se sintió identificada con esa rebeldía. Y al bajo y al punk se les sumó Norita Diéguez, que la encaró en la calle y le dijo que tocaba la batería (“punks éramos pocos, nos mirábamos y nos identificábamos”, señala Nancy). Enseguida, después de aquel intercambio de palabras en la calle y como para arrancar con todo, Norita Diéguez la invitó a un Festipunk en La Boca.
Las Exeroica frecuentaron los escenarios de Cemento, El Parakultural y los Festipunks del momento. A la hora de componer, Patra señala que “cada una traía una base de una canción y si nos gustaba a todas trabajábamos en ella entre todas. La composición se dio de forma natural, aunque las letras solo las hacía la cantante, Ana Lía”. Con la canción “Nanxy”, más otra llamada “Del Apocalipsis”, las Exeroica participaron del legendario disco Invasión 88, el primer compilado argentino de bandas punk y hardcore editado por el sello discográfico Radio Trípoli.
La otra participación femenina en este compilado fue la de Alejandra Gravinese. “Este es el motivo porque me hice punk: una historia de sufrimiento, de cosa individual”, dice ella. Y esta es la historia a la que hace referencia: cuando tenía 11 años, Alejandra sufrió un accidente casi fatal, que le provocó una lesión muy dolorosa en la cadera, que padecería hasta los 36 años.
A los 17, conoció el punk en la disquería CBGB’s, ubicada en una galería de avenida Cabildo: sonaba un disco de una banda punk, y de repente, entró un punki con un aerosol y pintó “Ramones” como si fuera una performance. Enseguida se identificó con esa libertad, y esa sonoridad. “Mi grito de dolor. Todo ese dolor que yo había tenido contenido todos esos años”, señala.
A la semana de aquel episodio, Alejandra ya se había cortado el pelo. Y se decidió a tocar el bajo. La primera banda que integró fue Cabeza de Navaja, junto a Mariano Martínez y Ciro Pertusi. Nunca llegaron a tocar en vivo, pero algunas de sus canciones las grabaría tiempo después Attaque 77.
Ya con 18 años, Alejandra vio en la puerta de una disquería un cartel que decía: “Banda punk busca bajista enfermo” y un número de teléfono. Alejandra sintió que ese mensaje era para ella y llamó. La banda en cuestión era Rigidez Kadavérika. Con ellos grabó dos canciones para el disco “Invasión 88”: “Tropas de la noche” y “Mundo de hoy”.
En los mismos tiempos en los que sonaban Rigidez Kadavérika, Exeroica, Cadáveres de Niños, y los Maníaticos con Roxana Curras, otra voz de mujer se hacía escuchar en la escena del punk rock. Era la de Viviana D’Andrea (Johanna), cantante de la banda Soberanía Personal. “Elegí ese nombre de batalla, Johanna (Joha) porque era lo más parecido que se me ocurrió al nombre de Joey, el cantante de Los Ramones”, cuenta Viviana.
Un párrafo aparte merece la canción compuesta por ella titulada “Supermacho”, una declaración de guerra al machismo en una época en la que los femicidios se justificaban como “crímenes pasionales”, tal la forma en la que se decía entonces.
“Yo recuerdo que se la dediqué a Monzón, quien, como es de público conocimiento, el 14 de febrero de 1988 mató a Alicia Muñiz. De alguna forma nos anticipamos al movimiento feminista punk con este tema que, claramente, habla de cuestiones de género, del patriarcado. Evidentemente ya entonces lo percibíamos, se respiraba un despertar antimachista ”.
“Supermacho” se graba entre diciembre del 87 y fines de febrero, junto con otros once temas en un casete publicado por Ego Records, que llevó de título “Benditos sean muñecos que pegan”.
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