La violencia estética y el caso de Silvina Luna: ¿hasta dónde llega la crueldad?
La reciente muerte de la actriz y modelo Silvina Luna ha arrojado luz sobre el impacto de los estándares de belleza y la violencia estética que persisten en nuestra sociedad. Los expertos en género señalan que estos estándares imponen presiones implacables sobre los cuerpos, promoviendo prácticas invasivas sin un debate crítico.
Lala Pasquinelli, fundadora del proyecto “Mujeres que no fueron tapa”, destacó que el caso de Silvina Luna es emblemático porque expone la búsqueda obsesiva del estándar de belleza y cómo esto puede poner en peligro la salud y la vida. La presión social constante ejerce una influencia significativa, instando a las personas a someterse a cirugías y procedimientos invasivos sin cuestionar su seguridad.
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El caso de Silvina también revela la impunidad que rodea a aquellos que manipulan los cuerpos en el sistema médico, como su cirujano plástico, Aníbal Lotocki. Luna había iniciado una demanda conjunta con otras víctimas de Lotocki, lo que llevó a su condena por “lesiones graves”. Esta condena arroja luz sobre una cadena de violencias que comenzó durante su participación en el programa Gran Hermano.
La violencia estética abarca una amplia gama de narrativas, representaciones y prácticas que presionan a las mujeres para que cumplan con los estándares de belleza. Además, implica las consecuencias físicas y emocionales de los procedimientos y cirugías estéticas. Los medios de comunicación y las redes sociales desempeñan un papel crucial al perpetuar estos estándares y promover una imagen idealizada de la belleza femenina.
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Esta presión por encajar en un ideal de belleza y juventud también afecta a las mujeres a medida que envejecen, ya que se espera que mantengan una apariencia joven tanto en el mercado laboral como en el ámbito afectivo. Los trastornos alimentarios y los problemas de salud mental son algunas de las consecuencias de estas expectativas.
Lo más preocupante es que, a pesar de la retórica de liberación de estereotipos y de alejamiento de ideales corporales, la sociedad sigue perpetuando estas presiones. El colectivo feminista, en el caso del fallecimiento de Silvina Luna, ha sido notablemente silencioso, lo que demuestra la complejidad y la persistencia de estos problemas.
Este caso es una trágica historia que revela la hipocresía de una sociedad que lucha por liberarse de los estereotipos de belleza, pero que aún espera una perfección inalcanzable en el cuerpo humano. Es un llamado a cuestionar y desafiar estos esquemas perfeccionistas y a promover una mayor aceptación y respeto por la diversidad de cuerpos.
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