MÚSICA

Hackney Diamonds: el nuevo álbum de los Rolling Stones divide a sus fanáticos

El flamante disco de los Rolling Stones, su primera producción de temas originales en 18 años, ha generado un debate apasionado entre los seguidores de la icónica banda británica. En el mismo día de su lanzamiento, los fanáticos expresaron sus opiniones. Mientras algunos celebraron las doce canciones de “Hackney Diamonds”, otros se sintieron decepcionados, e incluso hubo quienes se mostraron molestos. La pasión y la emotividad dominaron la conversación después de escuchar el álbum unas cuantas veces. Y esto es comprensible, ya que los Stones han musicalizado la vida de muchos de sus seguidores. Entonces, surge la pregunta: ¿Era realmente necesario un nuevo disco de los Stones?

Hace apenas un mes, la banda presentó el primer adelanto del álbum con la canción “Angry”, que ahora es la pista de apertura de “Hackney Diamonds”. Esta canción, con el característico riff de los Stones, generó expectativas, y el hecho de ser la primera grabación conocida de la banda tras la triste pérdida de Charlie Watts le dio un significado especial. En el videoclip sensual, la actriz Sydney Sweeney se llevó todas las miradas. Sin embargo, la canción generó opiniones divididas entre los fanáticos.

Poco después, se lanzó un segundo adelanto: “Sweet Sounds of Heaven”, una hermosa balada con influencias gospel y blues en la que Mick Jagger hace un dúo con Lady Gaga, con la colaboración de Stevie Wonder en los teclados. A pesar de la melodía hermosa, a muchos fanáticos les resultó extraño el papel protagónico de Lady Gaga, que proviene de un género musical muy diferente. Fue en este punto donde comenzó a manifestarse la división de opiniones.

Con la llegada del disco completo, algunas certezas y muchas incógnitas quedaron sobre la mesa. Sorprendentemente, las dos canciones mencionadas resultaron ser las mejores del álbum. El distintivo groove de Charlie Watts, que ha marcado el sonido de los Stones durante décadas, brilla por su ausencia, por razones obvias. Ni siquiera se encuentra presente en las pistas en las que había grabado antes, como “Mess it Up” y “Live By The Sword”. El álbum cuenta con una producción exuberante, que ha sido obra de Andrew Watt.

Watt, un joven de tan solo 33 años, ha trabajado con una variedad de músicos que abarcan desde Justin Bieber y Avicii hasta Lana del Rey, Shawn Mendes, Blink 182 y Ozzy Osbourne. Incluso fue miembro de California Breed, un súper grupo que incluye a Glenn Hughes y Jason Bonham. Su currículum ecléctico plantea la cuestión de si Jagger y Richards lo seleccionaron para sonar más contemporáneos y atraer a un nuevo público o para complacer a sus seguidores de toda la vida.

La portada del álbum podría ser un indicio: un corazón de diamantes atravesado por una daga. Esto podría simbolizar la desilusión de algunos de los fanáticos. La letra de “Angry” de alguna manera parece ser una disculpa por parte de Jagger: “No te enojes conmigo…”.

“Whole Wide World” destaca por su melodía y, con un tempo más lento, podría formar parte de un disco de Bon Jovi. “Dreamy Skies” es una hermosa balada country que evoca “Wild Horses”, pero sin la mística de ese tema. “Driving Me Too Hard” se asemeja a canciones de los álbumes “Bridges to Babylon” o “A Bigger Bang”, mientras que “Tell Me Straight”, cantada por Richards, flota sin un rumbo claro. El álbum concluye con “Rolling Stone Blues” de Muddy Waters, un viaje a los inicios despojados de electricidad de Jagger y Richards en el crudo sonido del blues. Es un principio y un final en una sola canción, un toque de despedida… al menos de los estudios de grabación.

Los invitados, todos músicos destacados, pasan sorprendentemente desapercibidos, a excepción de Lady Gaga, como se mencionó anteriormente. Es histórico que Paul McCartney toque el bajo en una canción de los Stones, pero en “Bite My Head Off” es apenas un apunte en una enérgica pieza de rock en la que el ex Beatle no se destaca. Lo mismo sucede con Elton John y el regreso de Bill Wyman, el ex bajista de los Stones, que no brillan en el álbum. Resulta llamativo que no hayan participado Darryl Jones y Bernard Fowler, quienes han estado junto a los Stones durante años.

En resumen, “Hackney Diamonds” no es un mal álbum, pero tampoco se encuentra a la altura de las mejores obras de la banda. Es comprensible la decepción de algunos fanáticos, pero también lo es la satisfacción de otros. Quizás en el futuro, cuando los Stones ya no estén entre nosotros, este disco sea valorado de manera diferente. A lo largo de sus más de seis décadas como figuras centrales del rock and roll, los Stones siempre han sabido adaptarse a los sonidos de su época. Álbumes como “Undercover” y “Dirty Work”, que fueron duramente criticados en los años ochenta, pueden ser apreciados con una perspectiva histórica hoy en día. Lo mismo sucede con su viaje psicodélico en “Their Satanic Majesties Request”, un álbum en el que Jagger, Richards y Brian Jones exploraron la psicodelia de los años sesenta.

En última instancia, “Hackney Diamonds” nos recuerda que Jagger y Richards siguen siendo activos en sus ochentas, que han optado por seguir tocando en lugar de retirarse, y que han aceptado el desafío de sonar contemporáneos. En una época de desesperanza marcada por guerras, pandemias, desigualdades y catástrofes climáticas, el hecho de que los Stones sigan haciendo rock and roll es un recordatorio de que, a pesar de sus imperfecciones, este álbum es muy necesario.

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