GÉNERO

La brecha salarial de género en Argentina: explicada y analizada

Esta semana, Claudia Goldin fue galardonada con el Premio Nobel de Economía por su destacada labor en el estudio de la brecha salarial de género. Al mismo tiempo, en el escenario político argentino, el candidato del Frente de Todos, Sergio Massa, hizo referencia al concepto de brecha salarial en el último debate presidencial, aunque con algunas imprecisiones.

Mientras tanto, en el debate anterior, otro candidato presidencial, Javier Milei, negó la existencia de esta brecha. Para aclarar la confusión en torno a este tema, Florencia Tundis, economista activista y miembro de la organización Economía Feminista, nos proporciona una visión profunda sobre la brecha salarial de género y por qué persisten las dudas al respecto.

Brecha y Confusión

En el reciente debate, Sergio Massa declaró: “Hombres y mujeres van a ganar lo mismo por el mismo trabajo”. Aunque su intención era destacar la igualdad de género como una propuesta del peronismo, esta afirmación no es completamente precisa. La brecha salarial no se limita a la equiparación de los salarios para trabajos idénticos.

Florencia Tundis aclara: “La brecha salarial mide los ingresos mensuales promedio de hombres y mujeres, y representa la diferencia entre ellos, que generalmente ronda entre el 25% y el 27%. Esto significa que, en promedio, los hombres ganan un 25% más que las mujeres. Esta medición se realiza en Argentina a través del INDEC, pero es un indicador económico que se emplea a nivel mundial”. Además, existen diferentes tipos de brechas, como la brecha por ocupación principal y la brecha por ingresos totales, que incluye los ingresos por rentas.

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La feminización de ciertos trabajos desempeña un papel crucial en esta disparidad salarial, ya que muchas ocupaciones, como las tareas de limpieza y cuidado, están compuestas en su mayoría por mujeres. “La brecha entre salarios informales y formales es significativa, siendo mayor en los trabajos informales, donde las mujeres están sobrerepresentadas”, destaca Tundis.

En el primer debate presidencial, Javier Milei negó la existencia de la brecha salarial al argumentar que las mujeres ganarían menos porque serían más económicas para las empresas. Sin embargo, este argumento no se sostiene, ya que la brecha no solo se explica por la diferencia en los salarios de empleados y empleadas registrados realizando la misma tarea, sino también por el trabajo no registrado, que está mayoritariamente compuesto por mujeres.

Tundis subraya que la brecha salarial va más allá de las diferencias en el mismo trabajo y se debe, en parte, a razones sexistas. “La brecha salarial no se limita a la igualdad de trabajo y salario en términos de horas y responsabilidades, aunque este es un componente. Incluso si está prohibido por ley, todavía existe una parte de la brecha que se explica por diferencias sexistas. Por ejemplo, de ese 25% de diferencia salarial, al menos un 8% se explica simplemente por ser mujer. Es decir, se les paga menos por el mismo puesto, mismas horas y mismas responsabilidades”, enfatiza Tundis.

Los Trabajos Menos Pagos Tienen Rostro Femenino

En Argentina, el trabajo en casas particulares presenta una alta informalidad, alcanzando el 75%, lo que sitúa a las trabajadoras de este sector en condiciones de extrema precarización y con salarios inferiores a los de los hombres.

La presencia femenina también se encuentra en sectores como la enseñanza, hoteles y restaurantes, así como otros servicios comunitarios, sociales y personales, donde los salarios se encuentran entre los más bajos de la industria.

Tundis explica que gran parte de las trabajadoras argentinas que laboran en la economía informal se ven en situaciones desfavorecidas, ya que no pueden recurrir a protecciones legales. Esta brecha tan marcada se explica por el hecho de que las mujeres suelen ocupar trabajos menos valorados tanto social como económicamente. Esto se traduce en salarios más bajos, independientemente de las horas trabajadas. Además, las mujeres encuentran obstáculos para ascender en sus carreras debido a su dedicación a trabajos domésticos y de cuidado no remunerados.

El Cuidado, Nuestra Kryptonita

La asociación cultural del mundo femenino con el amor y la dulzura no es solo un estereotipo sexista; es también una excusa para invisibilizar el trabajo de cuidado y del hogar. Durante décadas, las amas de casa no podían jubilarse ni desarrollarse profesionalmente en otras áreas.

Tundis destaca que las tareas de cuidado y las labores domésticas no remuneradas son la causa real de esta brecha salarial. “El reconocimiento de Claudia Goldin es valioso, ya que, en parte, desafía la negación de la existencia de esta brecha, además de señalar que, más allá del sexismo, las tareas de cuidado y las labores domésticas no remuneradas son el verdadero problema en esta disparidad salarial”, subraya Tundis.

La Importancia de las Políticas Públicas

Para abordar estas cuestiones estructurales, se requieren políticas públicas efectivas. Tundis sugiere dos medidas importantes: licencias igualitarias y la creación de jardines maternos y paternos en empresas.

Las licencias igualitarias permitirían que tanto hombres como mujeres tengan la misma cantidad de tiempo libre para el cuidado de los hijos, eliminando la discriminación de género en los lugares de trabajo. Además, la creación de jardines maternos y paternos brindaría un apoyo vital a los padres que no pueden pagar cuidadores o servicios de cuidado privados.

En última instancia, se necesita un cambio cultural para desnaturalizar la brecha salarial de género y valorar los trabajos feminizados. Tundis concluye: “Es fundamental seguir concientizando para que deje de ser algo natural que las mujeres se encarguen del cuidado, tanto de niños como de personas con discapacidad y adultos mayores. También es importante revalorizar los trabajos remunerados, como el servicio doméstico, que es altamente feminizado, el peor remunerado y en su mayoría informal”.

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