La trayectoria de Mama Antula: de beata marginada a primera Santa Argentina
El próximo domingo marcará un hito en la historia religiosa argentina cuando María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, sea canonizada como la primera santa del país por la Iglesia Católica. Esta singular mujer, que desafió las convenciones sociales de su tiempo, será honrada en una ceremonia presidida por el Papa Francisco y en presencia del presidente Javier Milei en la Basílica de San Pedro, iniciando a las 9:30 hora local.
Nacida en 1730 en el corazón de Santiago del Estero, Mama Antula rechazó los estrechos roles de género impuestos por la sociedad de su época. Ni el matrimonio ni el convento eran opciones para ella; en su lugar, se dedicó a una vida laica consagrada, sirviendo a la comunidad religiosa desde una posición única. Su camino hacia la santidad se vio marcado por la expulsión de los jesuitas de la región en 1767, un evento que ella interpretó como un llamado a una acción más decidida en la evangelización.
Desafiando las prohibiciones de la época, Mama Antula viajó incansablemente por varias provincias argentinas, recorriendo más de 5.000 kilómetros para difundir su mensaje de dignidad humana, libertad e igualdad. Su cercanía con los grupos marginados, incluyendo pueblos originarios y esclavos, la convirtió en una figura influyente en la lucha por la justicia social.
Su labor no se limitó solo a la predicación; Mama Antula también desafió las normas al ordenar la construcción de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires en 1779. Este centro se convirtió en un faro de esperanza y renovación espiritual para miles de personas, a pesar de la oposición de las autoridades eclesiásticas y reales.
Además de su obra física, Mama Antula cultivó una extensa red de contactos a través de cartas, incluyendo a los jesuitas expulsados y a figuras prominentes del Virreinato del Río de la Plata. Estas conexiones clandestinas fueron fundamentales para obtener los permisos necesarios para sus actividades espirituales.
El legado de Mama Antula perdura hasta nuestros días, con la congregación de las Hijas del Divino Salvador continuando su obra en la Santa Casa que ella fundó. Su influencia trascendió lo religioso para convertirse en un proyecto político que buscaba transformar la sociedad hacia la libertad y la igualdad.
El proceso de canonización de Mama Antula se vio respaldado por dos milagros reconocidos por el Vaticano: la curación de la hermana religiosa Vanina Rosa en 1905 y la recuperación milagrosa de un hombre de un accidente cerebrovascular a principios del siglo XXI.
Mama Antula falleció el 7 de marzo de 1799, pero su legado perdura en la memoria colectiva de los argentinos. Sus restos descansan en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad en la Ciudad de Buenos Aires, recordándonos el extraordinario camino de una mujer que desafió las convenciones de su tiempo para dejar una marca indeleble en la historia de su país y de la Iglesia Católica.
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