TECNO-VIRAL

Realidad extendida: ¿Un viaje hacia la locura?

La computación espacial se perfila como la próxima gran revolución tecnológica. Sin embargo, ¿qué precio estamos dispuestos a pagar por esta inmersión en mundos simulados? El año 2024 podría marcar el inicio de una nueva era con la Realidad Extendida (XR) abandonando lentamente el territorio de las innovaciones emergentes para convertirse en una de las tecnologías más disruptivas de la próxima década. Gigantes como Apple, Microsoft, Meta, Samsung y una miríada de startups están apostando fuertemente en el desarrollo de hardware y plataformas de XR, mientras que el reciente lanzamiento comercial de las gafas Vision Pro de Apple en Estados Unidos ha generado un gran revuelo. Sin embargo, ¿qué impacto tendrá esta inmersión constante en entornos simulados en nuestra salud mental?

Es fundamental comprender las diferencias entre realidad virtual (VR), realidad aumentada (AR) y realidad mixta (MR). Mientras que la VR sumerge al usuario completamente en un mundo digital simulado, la AR añade elementos virtuales al mundo real a través de dispositivos como smartphones o gafas especializadas. La MR va un paso más allá al combinar elementos digitales con el mundo real de manera coherente e interactiva, enriqueciendo así nuestra experiencia sensorial. Todo esto se engloba en el concepto de XR.

Las gafas como las Apple Vision Pro y las Meta Quest 3 permiten alternar fácilmente entre realidad mixta y virtual, lo que promete no solo transformar la industria del entretenimiento, sino también revolucionar entornos educativos y laborales. Sin embargo, este avance tecnológico no está exento de preocupaciones.

Algunos estudios preliminares sugieren una conexión entre el uso excesivo de estas tecnologías y trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión e incluso la psicosis. La Dra. Paola Rádice, médica psiquiatra, advierte sobre el impacto potencial en nuestra conexión con el mundo real y con los demás. En una sociedad ya hiperconectada pero cada vez más solitaria, sumergirse en mundos digitales podría exacerbar esta desconexión.

Además, existe el riesgo de que la XR se convierta en una vía de escape de una realidad incómoda o dolorosa, como lo evidencian los casos de personas sin hogar en San Francisco utilizando gafas de realidad virtual para evadir su entorno. Este fenómeno plantea paralelismos inquietantes con el consumo de sustancias adictivas.

La realidad extendida promete transformar numerosos aspectos de nuestra vida, pero también plantea desafíos significativos para nuestra salud mental. ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias de este viaje hacia la inmersión digital total?

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