El debate sobre los teléfonos inteligentes en las aulas: entre el aprendizaje y la salud mental
Cada cierto tiempo resurge la polémica sobre el uso de teléfonos inteligentes por parte de los estudiantes en las aulas, cuestionando si perjudican o facilitan el aprendizaje, así como su impacto en la salud mental.
El Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO del año pasado advirtió sobre la necesidad de prestar atención al uso de la revolución digital en la educación. Se sugiere que la tecnología, incluidos los smartphones, se utilice en clase solo cuando apoye los resultados del aprendizaje.
La propuesta de una prohibición global de los teléfonos inteligentes en las escuelas busca abordar las interrupciones en las aulas y proteger a los niños del ciberacoso. Se alerta sobre el riesgo de que los dispositivos móviles se conviertan en una distracción constante y afecten la concentración en clase.
Sara Abrahamsson del Instituto Noruego de Salud Pública ha revivido la preocupación sobre cómo el uso de teléfonos inteligentes afecta el bienestar y el aprendizaje de los jóvenes. Aboga por prohibir los teléfonos en las escuelas como una herramienta para mejorar los resultados académicos.
Las políticas de teléfonos inteligentes, respaldadas por datos administrativos y encuestas, sugieren que su prohibición disminuiría la demanda de atención médica para problemas psicológicos en niñas y reduciría el acoso, pero también mejorarían las calificaciones de niñas de bajos recursos y aumentarían su probabilidad de asistir a la universidad.
El creciente uso de la tecnología, especialmente de los teléfonos inteligentes, plantea preocupaciones sobre su impacto en el desarrollo cognitivo, físico y socioemocional de los jóvenes. En los países de la OCDE, más del 90% de los adolescentes tienen acceso a un teléfono inteligente y pasan varias horas en línea diariamente.
Por otro lado, Darío Álvarez Klar argumenta que la tecnología hace que el aprendizaje sea más accesible y no cree que afecte negativamente el desarrollo de los jóvenes. Sin embargo, Abrahamsson señala que el aumento del tiempo frente a las pantallas, especialmente en redes sociales, ha empeorado la salud mental de los adolescentes.
Algunos académicos argumentan que las tecnologías móviles, incluidos los teléfonos inteligentes, han transformado la vida cotidiana al permitir conexiones constantes y acceso instantáneo a la información. Sugieren asignar tiempo lejos de los dispositivos móviles para evitar la distracción y el agotamiento cognitivo.
En lugar de prohibir su uso, otros proponen regularlo. Audrey Azoulay, directora general de UNESCO, destaca el potencial de estos dispositivos pero enfatiza la necesidad de regulación, especialmente en entornos educativos.
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