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El auge laboral de las Matemáticas lleva a una disminución de mujeres en la carrera

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Las Matemáticas están experimentando un auge sin precedentes en el ámbito universitario, con notas de corte que superan los 13 sobre 14 en muchas universidades españolas. El doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad Complutense de Madrid ha mantenido la nota de acceso más alta entre todas las carreras universitarias durante varios años consecutivos (13,825 en 2023). Clara Grima, profesora del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla y presidenta de la comisión de divulgación de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), explica: “El grado de Matemáticas es muy demandado, con altos ingresos y prácticamente sin desempleo. Muchos estudiantes consiguen trabajo incluso antes de terminar el grado”.

Sin embargo, el creciente prestigio de esta carrera ha estado acompañado por una disminución en la representación femenina. Según datos del Ministerio de Universidades, desde mediados de los años 80 hasta principios de los 2000, las mujeres eran mayoría en las matriculaciones, alcanzando su punto máximo en el año 1996-1997 con 9,543 inscripciones (frente a las 8,620 de hombres). Sin embargo, a partir de la década de 2010, la tendencia cambió, con los hombres superando a las mujeres en número de matriculados. En el último año registrado (2022-2023), las mujeres representaban solo el 36,27% del alumnado.

¿Qué ha ocurrido en el camino? “Las perspectivas laborales de la carrera han cambiado, lo que ha influido en las decisiones tanto de chicas como de chicos”, reflexiona Marta Macho, profesora del departamento de Matemáticas de la Universidad del País Vasco. “La carrera ha pasado de tener principalmente salidas en la docencia a tener una variedad de oportunidades laborales en diversos campos”. Esta evolución ha atraído a más hombres, mientras que muchas mujeres aún priorizan carreras que perciben como más enfocadas al servicio a la comunidad que al liderazgo o la competitividad.

Clara Grima también apunta a factores culturales y biológicos: “Las mujeres tienden a buscar salidas más orientadas al servicio a la comunidad que al liderazgo o la competitividad”. Aunque en la universidad no se observan diferencias de confianza entre hombres y mujeres, el “síndrome de la impostora” hace que las mujeres subestimen sus habilidades, dificultando su participación en el aula.

Desde la infancia, las niñas se sienten menos capaces en Matemáticas y muestran menos interés en la asignatura que los niños. “A los chicos se les anima a atreverse a hacer cualquier cosa, mientras que a las chicas no se las educa de la misma manera”, señala Marta Macho. Esto contribuye a una baja autoestima en las mujeres, que se refleja en su elección de carreras.

María García Monera, profesora de Matemáticas en Valencia, destaca que el problema no radica solo en la asignatura en sí, sino en la confianza de las alumnas para enfrentar desafíos. “Debemos motivar a las alumnas a estudiar ciencias y enseñarles a adquirir confianza en sí mismas”.

El cambio en las perspectivas laborales ha llevado a una disminución en el interés por la docencia en Matemáticas. “Ningún graduado en Matemáticas quiere ser profesor, así que necesitamos seguir formando matemáticos para la enseñanza”, reivindica Clara Grima.

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