Persistencia de la violencia: el balance de una década desde Ni Una Menos
Desde la primera movilización de Ni Una Menos en 2015, en respuesta al trágico destino de Chiara Pérez, una adolescente embarazada asesinada en Rufino, se ha documentado una desgarradora cifra de 2,348 femicidios en Argentina. Estas estadísticas, compiladas por organizaciones como Mumalá y La Casa del Encuentro, revelan una realidad atroz: una mujer, lesbiana o persona trans/travesti asesinada cada 33 horas, según Mumalá, y una cada 29 horas, según La Casa del Encuentro.
El décimo informe del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, emitido por la Corte Suprema, detalla un aumento interanual del 10,6% en 2023, con 250 víctimas directas de femicidio. Estas cifras, aunque alarmantes, apenas rayan la superficie de una crisis arraigada en el tejido social argentino.
Las historias detrás de estas cifras son igualmente devastadoras. Mujeres y niñas que pierden la vida a manos de parejas, exparejas, conocidos e incluso fuerzas de seguridad. La edad promedio de las víctimas, 37 años, refleja la constante amenaza que enfrentan las mujeres a lo largo de sus vidas. Y mientras el país lidia con esta violencia, también debe enfrentar las sombrías realidades de la trata, el narcotráfico y el crimen organizado, que arrojan su sombra sobre estas tragedias.
Las cifras hablan de vidas perdidas, de futuros truncados y de familias destrozadas. Revelan fallas sistémicas en la protección de las víctimas y la persecución de los perpetradores. A pesar de los avances legislativos y las campañas de concientización, la violencia de género sigue siendo una realidad omnipresente en Argentina.
Mientras el país lucha por justicia y protección para sus mujeres, lesbianas y personas trans/travestis, estas cifras sirven como un recordatorio doloroso de que la lucha por la igualdad y la seguridad aún está lejos de terminar.
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