La desintegración de la clase media: un anhelo de mejores tiempos
Hace 30 años, la clase media representaba el 70% de la población argentina. Hoy en día, ese porcentaje se ha reducido a un 42%, dividida en clase media baja (25%) y media alta (17%). Esta transformación ha generado una fragmentación notoria, con un efecto directo en la estructura socioeconómica del país.
La consultora W, liderada por Guillermo Oliveto, señala que la disolución de la clase media ha ampliado el espectro de la pobreza, con el 53% de la población ahora englobada en los estratos más bajos de la pirámide social. Esta fragmentación ha llevado a una profunda redefinición de lo que significa ser parte de la clase media, tanto en términos económicos como culturales.
Las aspiraciones características de la clase media, como poseer una casa, un auto, disfrutar de vacaciones y acceder a una educación y salud de calidad, se han vuelto inalcanzables para muchos. A pesar de la pérdida de poder adquisitivo, el deseo de mantener estos estándares persiste entre el 28% que aún se considera parte de la clase media.
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Afrontando el Presente: Comida y Servicios Básicos
Actualmente, las prioridades de la clase media han cambiado drásticamente. La lucha diaria se centra en asegurar alimentos y servicios esenciales, como agua, gas y electricidad, mientras que el confort y las aspiraciones anteriores parecen haber quedado relegados.
El equipo de Oliveto ha analizado esta nueva realidad a través de grupos focales, explorando no solo las cuestiones económicas sino también aspectos culturales y sociales. La conclusión es clara: la identidad de la clase media está en rápida contracción y transformación. Muchos sienten que esta clase social está desapareciendo, especialmente aquellos que recuerdan una época en la que era posible planificar y proyectar a futuro con cierta seguridad.
Crisis y Transformaciones: De la Convertibilidad a la Pandemia
La gran crisis de finales de la convertibilidad marcó un hito importante en la reestructuración de la clase media. La recuperación que siguió en 2003-2007 trajo una reconfiguración del pacto entre ciudadanos y gobierno, donde el consumo instantáneo reemplazó los proyectos a largo plazo que caracterizaban a la clase media de los años ’80 y ’90.
La pandemia de 2020 añadió una nueva capa de dificultad, intensificando la percepción de empeoramiento económico. La inflación descontrolada y la recesión han acelerado la sensación de deterioro, creando un panorama de incertidumbre que afecta a todos los estratos sociales, aunque con matices particulares para cada grupo.
Nuevas Identidades: La Clase Trabajadora y Más Allá
En medio de esta crisis, la clase media baja se encuentra redefiniendo su identidad. Algunos se describen como parte de una nueva “clase trabajadora”, mientras que otros utilizan términos como “pobreza intermitente” para expresar su situación.
La clase alta, por su parte, ha experimentado un ajuste en sus hábitos, manteniendo ciertos lujos pero con una mayor cautela. A pesar de la adaptación, son conscientes de su privilegio en comparación con el resto de la población, lo que influye en su percepción de la realidad social.
La Pérdida del Mito Fundante
El ideal de una sociedad donde todos eran clase media, una noción que una vez definió a Argentina, está en riesgo de desaparecer. La pregunta que queda es: ¿qué queda cuando también se pierde este mito fundante? Oliveto deja esta interrogante abierta, invitando a una reflexión profunda sobre el futuro de la estructura social en el país.
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