Preocupación sanitaria: récord de contagios de sífilis en Argentina
El Ministerio de Salud de Argentina ha informado que los casos de sífilis han alcanzado un máximo histórico en 2023, consolidándose como la infección de transmisión sexual (ITS) con el mayor crecimiento en el país. Según el último Boletín Epidemiológico Nacional, se reportaron 32.293 contagios, lo que representa el número más alto en las últimas tres décadas. Este fenómeno resalta un problema de salud pública en constante crecimiento.
En comparación con el año 2018, cuando se registraron 22.734 casos, el incremento es del 42%. Además, las cifras preliminares de 2024 sugieren que la tendencia se mantiene en ascenso, con un notable aumento en la cantidad de notificaciones en las primeras semanas del año.
El crecimiento de la incidencia es evidente cuando se comparan las cifras actuales con las de hace tres décadas. En 1994, los casos de sífilis no llegaban a los 3.000, mientras que en 2023 se dispararon. La notificación de casos sufrió una reducción temporal durante los años de la pandemia, pero desde 2022, con la implementación de nuevos métodos de registro y la mejora en el acceso al diagnóstico, el número de contagios ha vuelto a aumentar.
El informe destaca que la tasa de notificación supera los 69 casos por cada 100.000 habitantes. Los grupos etarios más afectados se encuentran entre los 20 y 35 años, siendo las mujeres las más afectadas en las franjas etarias de 15 a 39 años. Geográficamente, las regiones del Sur y Cuyo han reportado el mayor número de contagios, seguidas por el NEA y NOA.
Entre 2018 y 2023, el país ha notificado 129.620 casos de sífilis, un aumento impulsado por mejores herramientas de diagnóstico y mayor accesibilidad a los servicios de salud. Esta mejora en la vigilancia y el acceso al diagnóstico ha permitido identificar y tratar los casos de manera más efectiva, aunque también ha profundizado el número de notificaciones.
La sífilis es una infección causada por la bacteria Treponema Pallidum y se transmite principalmente por contacto sexual, aunque también puede contagiarse de madre a hijo durante el embarazo o el parto. Los síntomas pueden variar desde úlceras indoloras en la primera etapa hasta complicaciones graves como daño en los órganos internos en la fase avanzada.
El diagnóstico temprano es fundamental y puede realizarse mediante un análisis de sangre o un test rápido. El tratamiento es simple y efectivo, con antibióticos disponibles en el sistema de salud público.
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