El “Estado bobo” detrás de una nueva tragedia bonaerense
La muerte de cuatro policías en un accidente durante un operativo en un partido del Nacional B resalta la falta de planificación y la indolencia en la administración de la seguridad en la provincia de Buenos Aires.
La tragedia bonaerense del “Estado bobo” se manifiesta en la muerte de cuatro policías en un accidente durante un operativo en un partido del Nacional B, lo que resalta la falta de planificación y la indolencia en la administración de la seguridad en la provincia.
El trágico choque ocurrido este fin de semana en Carmen de Areco, que cobró la vida de cuatro policías bonaerenses y dejó a otros 16 heridos, no es simplemente otro incidente vial. Este suceso, que se suma a las 954 muertes en accidentes de tránsito en la provincia el año pasado, evidencia una inoperancia alarmante en la gestión estatal.
El operativo en cuestión involucró a un grupo de veinte policías trasladados desde Bahía Blanca, en el sur de la provincia, para garantizar la seguridad en un partido de fútbol en San Nicolás, en el norte. Para cuando ocurrió el fatal accidente en la intersección de las rutas 7 y 51, los efectivos llevaban ya diez horas viajando, habiendo recorrido 626 kilómetros y todavía con dos horas de camino por delante. Salieron el viernes a las nueve de la noche, con el objetivo de llegar justo a tiempo para el inicio del partido a las 16. Tras el encuentro, se enfrentarían a otras doce horas de regreso. Esta planificación es simplemente insensata.
Preguntas sin respuesta
La provincia de Buenos Aires cuenta con casi 100,000 policías, la mayoría de los cuales están destinados al conurbano. ¿Era realmente necesario trasladar agentes desde Bahía Blanca para un operativo que podría haberse manejado con recursos locales? La ineficiencia es evidente: no solo se desatendieron los riesgos inherentes a un desplazamiento tan largo, sino que tampoco se consideraron los costos económicos y humanos de tal decisión.
El Ministerio de Seguridad, como muchas entidades del estado, está plagado de una burocracia interminable que, en lugar de facilitar la gestión, obstaculiza decisiones racionales. En este laberinto de subsecretarías y direcciones, la seguridad de los agentes parece haber sido una preocupación secundaria.
Indolencia y falta de rendición de cuentas
Este trágico episodio no solo expone la ineficacia de la administración provincial, sino también una preocupante falta de responsabilidad. En medio de un discurso que propaga las virtudes de un “Estado presente”, se esconde una alarmante desidia en la gestión de recursos y en la protección de quienes arriesgan su vida diariamente. ¿Qué tipo de servicio puede ofrecer un grupo de policías que llega a su destino agotado y mal alimentado tras un viaje de más de 14 horas?
La gestión del operativo revela una carencia de planificación adecuada y de una evaluación seria de los riesgos. Si esta tragedia no hubiera ocurrido, ¿habría justificación alguna para el costo y el desgaste de un operativo en un evento de tan poca relevancia pública?
Esta vez, la insensatez tuvo consecuencias fatales, pero la pregunta permanece: ¿cuántos otros despropósitos similares pasan desapercibidos diariamente? ¿Cuántas decisiones ilógicas afectan los servicios públicos esenciales en una provincia donde este tipo de incidentes no generan cuestionamientos ni debates significativos?
El silencio administrativo
En un sistema que funcionara con cierta lógica, un incidente de esta magnitud provocaría una serie de rendiciones de cuentas. Sin embargo, en la provincia de Buenos Aires, el silencio es ensordecedor. Ni el ministro de Seguridad ni el gobernador han emitido declaraciones públicas ni se han solidarizado con las familias de las víctimas. Hasta el momento, no se ha iniciado una investigación para esclarecer las circunstancias que llevaron a esta tragedia, lo que pone en tela de juicio la gestión de las fuerzas de seguridad.
La vida de los cuatro policías fallecidos, entre ellos Octavio Bergesi, un oficial de 25 años, y Cristian Delgado, padre de dos hijos, se ha truncado por decisiones que parecen ser tomadas sin consideración alguna. Estos casos personales reflejan la insensibilidad de un gobierno que prioriza la ideología sobre la gestión efectiva y la responsabilidad.
La urgencia de un cambio
La tragedia de Carmen de Areco resalta que la provincia de Buenos Aires es, una vez más, un territorio ingobernado. La ineficacia de la gestión pública no solo es costosa, sino que también pone en riesgo vidas. Es imperativo que la administración provincial asuma su responsabilidad, evalúe críticamente sus decisiones y, sobre todo, implemente un cambio significativo en su enfoque hacia la seguridad y el bienestar de sus agentes. Solo así se podrá evitar que tragedias como esta se repitan en el futuro.
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