La recuperación económica toma forma mientras los sectores avanzan con ritmos desiguales
La economía nacional comienza a mostrar signos de recuperación, con algunos expertos señalando que la recuperación toma una forma de “U”, una tendencia que sugiere un avance gradual hacia la estabilidad. Aunque los efectos de la recesión se sienten menos intensos y la actividad económica ha vuelto a niveles previos a la devaluación, los avances no son homogéneos, y el crecimiento muestra variaciones notables entre sectores y regiones.
Un informe reciente, elaborado conjuntamente por la Bolsa de Rosario y la de Santa Fe, brinda datos alentadores. El análisis muestra un crecimiento sostenido en la actividad económica nacional, que el Gobierno ha aprovechado para sostener su mensaje de “fin de la recesión”. Este estudio, que incluye diez indicadores líderes, destaca seis meses consecutivos de crecimiento, un repunte del 3,1% que casi iguala los niveles de diciembre de 2023.
A pesar de los progresos generales, algunos indicadores continúan en números rojos. Los sectores de empleo registrado en el ámbito privado (-1,2%) y la producción de cultivos extensivos (-12%) no han recuperado su nivel, mientras que la industria ha crecido un 4,6% en el último semestre, lo cual sugiere un potencial de reactivación más amplio en el futuro.
El desafío del empleo y la comparación con otros sectores
Aunque el nivel de actividad general ha mostrado avances significativos, el empleo formal continúa rezagado. En la medida que la estabilidad se afiance, las empresas podrían animarse a incrementar sus plantillas, esperando una consolidación económica que aún necesita tiempo para reflejarse en la creación de puestos formales. Actualmente, la construcción y la industria, aunque en recuperación, muestran caídas interanuales en sus comparaciones, mientras que el comercio minorista también permanece en baja.
Desde la consultora Econométrica, Ramiro Castiñeira añade que el nivel de actividad ya se ha equiparado con el de abril, luego de una baja del 2,5% que tocó fondo, y de un rebote fuerte en julio y agosto, alcanzando en ocho meses el nivel anterior a la crisis. El Índice General de Actividad (IGA) de Orlando Ferreres también revela un alza del 1,4%, en línea con los datos preliminares del INDEC.
Optimismo para el crédito y consumo
En cuanto a la inflación, octubre presenta un escenario esperanzador, con probabilidades de caer por debajo del 3%, algo que parecía difícil de alcanzar meses atrás. Esta disminución de la inflación motivó al Banco Central a reducir la tasa de referencia en cinco puntos, lo que aliviará el costo crediticio y podría favorecer una reactivación en el uso de créditos.
En el ámbito del consumo, la reaparición de las cuotas sin interés impulsó un aumento notable en el uso de tarjetas de crédito, que subió un 12% en octubre y un 49% desde el punto más bajo en abril. Este crecimiento en el uso del “plástico” es relevante porque indica un repunte del consumo en segmentos medios, aunque el ritmo de recuperación en sectores con menor capacidad adquisitiva sigue siendo lento.
Impacto diferencial en distintos sectores
Mientras que los rubros de agro, energía y minería muestran un crecimiento robusto, los sectores de consumo masivo y servicios siguen a un ritmo más lento. Estas áreas impulsan la actividad económica con mayores inversiones y expansión de empresas extranjeras, lo cual es crucial para asegurar divisas en 2025, aunque su impacto en la generación de empleo es limitado.
En este contexto, la clase media sigue enfrentando desafíos derivados del ajuste de tarifas, el impacto de las expensas y la devaluación, factores que han reducido su capacidad de consumo durante 2024. La situación es aún más delicada en áreas como el Conurbano bonaerense, donde se concentra una gran parte de la población con menores ingresos. Sin embargo, algunos programas sociales, como la AUH y la tarjeta alimentaria, han logrado sostener su poder adquisitivo frente a la inflación, aportando cierto alivio en estos sectores.
Los próximos dos meses serán claves en términos de política monetaria, con el fin de algunas restricciones impositivas sobre importaciones y la posibilidad de ajustar el ritmo de depreciación del tipo de cambio. Aunque el levantamiento del cepo cambiario no parece ser una prioridad, el Gobierno busca enviar señales de solvencia para 2025, impulsando una nueva ola de confianza en los mercados.
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