“No queremos que la escuela se muera”
El abandono de las escuelas y, por ende, de las familias que las habitan, no se ha tomado cuarentena. Tal es el caso de la Primaria Nº 762 y la Secundaria Nº 586 que funcionan en el mismo edificio, en el barrio Arroyo del Medio, bien al sur de Villa Constitución y cerca del límite con la provincia de Buenos Aires. Una escuela con problemas edilicios estructurales que tuvieron en vilo a toda la comunidad educativa durante el 2019 y que cerró el año con una clausura llevada a cabo por Defensa Civil. Desde entonces, no avanzó la obra y temen que no vuelva a abrir.
Al inicio del ciclo lectivo, 250 alumnas y alumnos tuvieron que trasladarse hasta el centro de la ciudad de Villa Constitución, para tomar clases en espacios sin las mejores condiciones y que no estaban preparados para esa cantidad de estudiantes. Además, les habían prometido transporte gratuito, pero no fue así para el estudiantado secundario, que tuvo que pagar uno de los boletos más caros de la zona. Y para el primario y jardín, fue poco y lento.
Con la pandemia y la instalación del aislamiento social preventivo y obligatorio, las clases se suspendieron y se comenzó la entrega de mercadería por la copa de leche. Frente a eso las familias se encontraron con algo que consideran una falta de respeto: cada 15 días reciben tres saquitos de té, un litro de leche, 1 kilo de azúcar y un paquete de masitas por niño/a en primaria y un alfajor para los/as secundarios/as.
“Es una clara demostración del abandono del Estado, porque se venía denunciando, lo venían haciendo los trabajadores, tanto docentes como asistentes escolares. Da cuenta de que para el Estado mantener las escuelas es un gasto, no una inversión. Los trabajadores están ocupando el lugar que tienen que ocupar demostrando que esté quien esté en el gobierno hay que reclamar lo que corresponde”, evaluó Marcelo Cortés, Secretario General de la CTA Autónoma de Villa Constitución.
“Esta escuela se viene abajo”
“Esta es una escuela de emergencia, con problema de derrumbamiento, y le generaron un desarraigo a los pibes. Ahora que se empezó a flexibilizar el aislamiento, empezamos a reorganizarnos. Y ahí nos enteramos que les dan un litro de leche y tres saquitos de te”, describió Romina Córdoba, delegada asistente escolar de la Escuela 44 de Villa Constitución, de ATE Lucha Autoconvocados. Desde este sector vinieron acompañando los reclamos de las familias durante todo el año pasado, con asambleas, reuniones y hasta un abrazo solidario.
“Acindar fue subsidiada con medio millón de dólares por eso no se explica cómo la provincia no puede cumplir con lo prometido y dar otro tipo de raciones para estos chicos que están en situación de emergencia”, reflexionó. “Esta escuela está en situación de abandono por parte del gobierno. Tiene que estar garantizado el transporte y una vianda digna. Que se empiecen las obras. Esto es una provocación del gobierno de Santa Fe. Esta escuela se viene abajo”, agregó.
La delegada recordó que en su momento las familias de la escuela habían propuesto “ir a dar clases a la autopista, porque sería más seguro que dar clases en la escuela por el derrumbe”. Por ello, exigen “que la ministra y el gobernador se enteren de esto. Nosotros queríamos ir al Ministerio con los padres, pero con la pandemia no podemos”.
Denuncias y clausura
“Queremos que esto llegue a las autoridades provinciales y a la ministra de Educación, porque los funcionarios que vinieron junto a la supervisora no dieron respuestas”, lanzó Córdoba. Celia Richard, mamá de alumnos de la primaria y de la secundaria e integrante de la cooperadora de la escuela pide lo mismo antes de dar paso al detalle de lo sucedido.
Cuenta que en 2019 las familias del alumnado de todos los niveles denunciaron con fotos por Facebook que la escuela estaba “partida al medio”. Se cayó la pared del fondo, que sostenía un tinglado, y luego se empezaron a rajar las paredes. Por eso se clausuró uno de los salones. Empezaron a aparecer grietas y temían que el techo de loza se viniera abajo.
“Con los padres, consultando a la directora, queríamos que los chicos no vayan más a la escuela porque teníamos miedo, estábamos con el corazón en la boca. Decíamos que la escuela tenía peligro de derrumbe y siempre nos lo negaban. Pero las paredes estaban cada vez más separadas en las esquinas”, relató la mamá, quien también hace reemplazos como asistente escolar en la institución.
Ante eso, hicieron asambleas y se organizaron para salir en los medios locales. Más tarde, en septiembre, realizaron un abrazo solidario junto a la docencia, donde padres y madres exigieron que se comiencen las obras.
“Ahí apareció la plata para hacer la pared, pero le advertimos que no iba a servir de nada porque la escuela tenía otros problemas. La empresa que fue a levantar la pared informó a la directora que no había cimientos y que no quería hacer el trabajo porque no iba a servir, pero se decidió hacerla igual. También rellenaron los huecos de las paredes que estaban separadas. En el SUM donde los chicos tomaban la leche se encontraron con un pozo ciego y se estaba hundiendo el piso”, detalló.
Finalmente, el 27 de diciembre se clausuró la escuela porque se empezaron a hundir las columnas por el peso del techo de loza. “Casi un año estuvimos peleando para que hagan algo pero nunca dieron soluciones”, aseguró Richard. “Podría haber pasado una catástrofe”, agregó Córdoba.
Inicio de clases
Luego de la clausura, comenzó la búsqueda de lugar para el inicio de clases 2020. Algunas familias prefirieron directamente cambiar a los chicos y las chicas de escuela. Finalmente, para el jardín y la primaria cedieron espacio en un jardín del barrio Sagrado Corazón y al secundario lo mandaron a una casa dentro de la Escuela Comercial. “No tienen las comodidades y están amontonados, no sabemos qué hubiera pasado si seguían las clases en esas condiciones”, reflexionó la mamá.
Además, las autoridades habían prometido garantizar el transporte, pero se cumplió a medias. El secundario tuvo tres semanas de clases pero no les dieron siquiera el medio boleto y tuvieron que pagar uno de los pasajes más caros de la zona, que ronda entre los $50 y los $70. Además, no tienen alternativa, ya que los lugares están a unos siete kilómetros del barrio, y la situación genera un importante desarraigo. “No queremos que la escuela se vaya del barrio, porque si se va el barrio se muere, porque no hay dispensario ni nada”, planteó.
Las propuestas de las familias son claras: “Queremos aulas móviles, que las pongan en la plaza del barrio. Y si empiezan en el lugar que prestaron, que garanticen los dos colectivos para primaria y que los del secundario tengan boleto gratis. Que se empiecen cuanto antes las obras en la escuela, porque no queremos que la escuela muera. Sin escuela los chicos no van a ir más, sobre todo los del secundario”.
Mientras tanto, en la escuela no se hizo ninguna obra. “Fueron algunos arquitectos a mirar y dijeron que no era posible habilitarla. Lo único que sirve son los baños, pero está todo sin cimientos, como que la tierra se está comiendo a la escuela. Por suerte no pasó nada grave con los chicos adentro”, concluyó Richard.
Fuente: http://ctasantafe.org/
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