El aumento de los femicidios en medio de la crisis: una triste realidad que no podemos aceptar
Aumenta la crisis y los números de femicidio no bajan. Una nueva cifra impacta en la cotidianidad pero la naturalización de estos asesinatos se instala como una nueva realidad ¿inevitable? En esta nota, reflexiones feministas sobre un contexto plagado de violencia.
Pasaron casi diez años desde el primer estallido de NiunaMenos (NUM). Millones de posteos, cambios culturales y una pandemia nos encuentran hoy en otro escenario tanto político como social. Aún así, el número de femicidios aumenta. Nuevos informes tanto de La casa del encuentro como de Mumalá, indican que una mujer muere en manos de un varón cada 18 horas horas.
¿La sociedad naturalizó los femicidios? ¿Qué pasa con esta quinta ola? ¿La crisis económica corrió el foco? Para tratar de entender el panorama charlé con Marcela Ojeda, comunicadora y una de las creadoras del #NUM.
El impulso que arrasó con todo
“El 2015 y todo lo que pasó a partir del 3 de junio fue sin duda un punto de inflexión, un antes y un después en los recorridos de los feminismos y de los movimientos de mujeres en la Argentina. Con las particularidades que cada una de nuestras provincias tiene y las realidades de cada una de las mujeres de nuestro país. Pero por primera vez a partir de ese año, hacer visible las violencias hacia las mujeres atravesó todas las agendas”, sostiene Ojeda.
Para empezar a hablar de la revolución feminista de la última década, tenemos que resaltar esa particularidad: el estallido por la igualdad de género caló profundo como nunca antes otra lucha lo había hecho.
“El debate feminista estuvo en la agenda mediática primero, la periodística, la política. A la agenda política la atravesó de una manera brutal, tengamos en cuenta que también fue parte de un debate de candidatos a presidentes, era campaña electoral de junio del 2015 y obligó de alguna manera a los candidatos y las candidatas a presentar plataformas y proyectos para combatir la violencia machista”, agrega la entrevistada.
Pero pasó casi una década y los números tienen muy pocas variaciones. La fuerza con la que los movimientos feministas se ubicaron en la conversación social fue, como todo, modificándose y hoy las estadísticas de femicidios se relatan en los noticieros y portales casi como una cifra más.
“Las estadísticas tan frías, tan distantes tan anónimas del 2015 al 2023 no han variado mucho, seguimos hablando que cada 24 horas una mujer es asesinada por razones de género en la Argentina. Aún así, bajo ningún punto de vista el enorme cambio que se generó en el 2015 pasa inadvertido. El humor social ya no es el mismo y eso te da una pauta”, sostiene Ojeda.
Ya nadie se ríe (públicamente) de los abusos
Si tuviéramos que marcar características u objetivos a la hora de hablar de legados, esta quinta ola dejó dos debates claros respecto a los abusos sexuales y a las tareas de cuidado. Hasta hace no mucho tiempo actrices menores de edad como Luisana Lopilato o modelos como Nicole Neumann eran hipersexualizadas en todos los medios de comunicación y esa maquinaria de abusos, naturalizada.
Hoy hay cientos de chistes o complicidad con el público que nadie puede hacer. Y si bien la cultura de la cancelación pasó, dejó secuelas que se transformaron el filtros necesarios para una sociedad libre de violencia sexual.
“Ya no da lo mismo hablar de las violencias hacia las infancias y adolescencias o también con las mujeres adultas. Por supuesto que el periodismo no nació en ese 2015, el periodismo feminista o el periodismo de derechos humanos ya tenía un recorrido, pero como nunca antes llegó a una agenda mucho más amplia. Agenda que nunca les había interesado o interpelado a muchísimos sectores. Creo que eso es uno de los grandes cambios”, indica la entrevistada.
Respecto a las tareas del cuidado, se puso el foco en cuánto es el trabajo que generan las amas de casa o las mujeres que cuidan. Se dejó en claro que no es amor sino precarización y la importancia de esos labores invisibilizados a la hora de hablar del engranaje del sistema productivo. “La generación que sucedió al ni una menos y que hoy tiene veintipico de años, capaz marchó por primera vez en su vida y son quienes en definitiva van a protagonizar todos los cambios que continúan siendo tan resistidos y últimamente de una manera tan tan violenta”, agrega.
Números que son personas
Así como sucedió con el coronavirus, los números de los femicidios se relatan en los medios como la inflación pero con una gran diferencia: al ser multicausal y estructural la desigualdad, no hay vacuna que valga.
“Yo no consumo y no me interesa el periodismo que se ha convertido en contador de asesinatos y nada más, porque detrás de ese crimen, detrás de ese femicidio, hay una historia, un recorrido, puertas que golpearon incesantemente, pedidos de ayuda que nunca llegaron o incluso muchas que no pudieron salir del círculo de la violencia”, indica Ojeda.
Detener los femicidios es el objetivo pero no olvidar que esos asesinatos son sólo la consecuencia, también. Resolver y achicar la brecha de la desigualdad estructural es multifactorial, darte cuenta que estás en una relación violenta es el primer paso pero salir de ese tipo de vínculos es mucho más complejo de lo que parece. La violencia económica, por ejemplo, es una de las violencias más difíciles de resolver, sobre todo en un contexto de crisis tan fuerte como el que atraviesa nuestro país.
“Para mí el compromiso es hacer el camino inverso de aquí para atrás. Qué es lo que pasó, qué falla. Todos los actores que debieran acompañar, proteger y asistir a las mujeres que sufren violencia, ¿dónde están?, quienes no las escucharon o escuchan, quienes no pudieron estar a la altura de las circunstancias. Todas las historias son distintas. El periodismo dice “un nuevo femicidio”, pero en realidad, cada femicidio es diferente porque la víctima no transita la misma historia. La responsabilidad es entender porque hay que lamentarse con la noticia ya publicada, ¿por qué no se pudo prevenir esta situación de violencia extrema?”, se pregunta Ojeda.
Retroceder para tomar fuerza
La teoría de las olas se sostiene con la premisa de que la ola se forma, avanza de golpe y retrocede para luego volver a activar intempestivamente. “Siempre sucedió de esta forma. Hoy de manera tal vez más visible y más pública pero la idea de volver a las calles y reencontrarnos que son en definitiva nuestro espacio de lucha, de encuentro, de intercambio, de tejer estrategias para ir hacia adelante está presente”, indica Marcela.
El punto culmine lo podríamos situar en el triunfo del aborto legal, seguro y gratuito. La militancia y la organización de a pie de millones de personas gestantes consiguió con la presión en la calle una de las leyes más peleadas y más resistidas de nuestra historia. Argentina se transformó en referente en el mundo y hoy hasta en Estados Unidos el pañuelo verde es insignia.
Con el avance de la derecha, preocupan muchas de las leyes y derechos adquiridos. “Aún así, hay que proteger lo que supimos conseguir. Ya tenemos la ley del aborto, por ejemplo, bueno, somos guardianas de ese derecho. También de la Educación Sexual Integral o de la ley de la luchas contra la violencia de género. Tenemos que ver de qué manera en que cada provincia, en cada municipio, se aplican las leyes que son nuestras y que corren peligro”, asegura Ojeda.
No sólo son los logros los que se encuentran amenazados sino también quienes llevaron y llevan adelante una agenda de derechos humanos y particularmente de los movimientos feministas. “Hay una avanzada organizada hacia las periodistas cuya agenda de derechos es prioritaria. Tenemos que estar atentas porque la violencia en redes no es inocua, no pasa desapercibida. La violencia que hay contra comunicadoras que tienen cierta exposición pública es sumamente peligrosa. Ellas son carne de cañón de los discursos más horribles y del odio más profundo. También hay que cuidar esos espacios”, finaliza Ojeda.
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