La persistente historia de déficits fiscales en Argentina y la necesidad de reglas para la estabilidad económica
La Argentina ha enfrentado un constante déficit fiscal, tanto primario como financiero, en los últimos 62 años, con solo algunos breves periodos de superávit. El único período de saldo favorable para las arcas del país, que incluye gasto primario y servicios de deuda, ocurrió entre 2003 y 2007, durante el gobierno de Néstor Kirchner y parte del mandato de Cristina Fernández. Si consideramos solo el gasto primario, se pueden agregar otros lapsos, como los de 1991 a 1993 con la implementación de la convertibilidad bajo Carlos Menem y Domingo Cavallo, 1997 y 1998 con Roque Fernández como ministro de Economía, 2000 con la quiebra de la convertibilidad durante el gobierno de Fernando de la Rua, y 2009, el primer año del segundo mandato de Cristina Fernández.
Es importante destacar que estos breves momentos de estabilidad fiscal estuvieron mayormente asociados a gobiernos peronistas, independientemente de su orientación política. Cristina Fernández asumió en 2007 con un superávit fiscal, un dólar competitivo y un superávit comercial, pero dejó el gobierno con “déficits gemelos” y un retraso cambiario. Durante el mandato de Mauricio Macri, quien actualmente respalda al candidato libertario Javier Milei para el balotaje, se registraron déficits fiscales significativos financiados principalmente con deuda, excepto en 2019, cuando se aplicaron ajustes que casi equilibraron las cuentas fiscales.
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) titulado “Una historia de déficits fiscales recurrentes en Argentina” revela que entre 1961 y 2022, solo hubo 14 años con superávit primario y 48 con déficit primario. Además, hubo solo 6 años con cuentas fiscales equilibradas y 56 con cuentas completamente desequilibradas, incluyendo los pagos de intereses de la deuda.
El IARAF enfatiza la importancia de establecer reglas y herramientas fiscales para enfrentar de manera más efectiva los ciclos económicos y sus impactos. El informe sugiere la creación de “fondos estabilizadores” que obliguen a las administraciones públicas a acumular recursos en tiempos de bonanza económica y permitan utilizar esos recursos en momentos de crisis.
El IARAF también resalta que el equilibrio fiscal promueve la autonomía de la política monetaria y sostiene que el diseño de esta última no debe depender del financiamiento necesario para cubrir el déficit fiscal. En consecuencia, el equilibrio fiscal es un factor crucial para la estabilidad económica y una inflación baja y predecible es esencial para la toma de decisiones de los actores económicos y para las inversiones a largo plazo, fundamentales para el desarrollo económico sostenible.
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