Desafíos ante la desigualdad de género en Argentina: entre la clausura y la urgencia de acción
La llegada del nuevo gobierno en Argentina trajo consigo un cuestionamiento crucial sobre la existencia de desigualdades de género. La negación de la necesidad de áreas gubernamentales dedicadas a superar estas desigualdades, argumentando la igualdad entre hombres y mujeres, resultó en el cierre de instancias cruciales a nivel nacional y en diversas jurisdicciones. Estas áreas se encargaban de abordar problemas de discriminación y desigualdad que afectaban a mujeres y niñas, especialmente en casos de violencia de género en hogares, escuelas, lugares de trabajo y otros ámbitos.
Con el tiempo, el gobierno se dio cuenta de la imposibilidad de clausurar el tema de la violencia de género por completo. Esto llevó a la creación de una subsecretaría de Género y Diversidad en el organigrama del Ministerio de Capital Humano a nivel nacional. Sin embargo, la falta de claridad sobre quién lidera esta subsecretaría ha generado incertidumbre, mientras las líneas telefónicas de atención gratuita para violencia de género y abuso sexual infantil experimentan reducciones en su personal y capacidad de respuesta.
Las estadísticas oficiales de la Corte Suprema de Justicia reflejan un aumento en los casos de violencia y femicidios, planteando la interrogante de si la desigualdad entre mujeres y hombres persiste. Ante esta realidad, surge la pregunta crucial: ¿deberíamos permitir que las mujeres sigan siendo víctimas?
Desentenderse de estos problemas, considerándolos asuntos individuales, se presenta como una demanda difícil de imponer a la sociedad. ¿Es justo pedirle a cada mujer y su familia que se autoabastezcan y aborden la prevención de la violencia de género por sí mismas?
Aunque se espera que la nueva subsecretaría asuma sus funciones y haga de la igualdad de género su prioridad, la incertidumbre persiste. La Oficina de Violencia de Género de la Corte Suprema de Justicia en la Ciudad de Buenos Aires brinda apoyo, pero este esfuerzo es crucial en un contexto donde incluso el gobierno anterior redujo su compromiso en la atención a la violencia de género.
Resulta interesante observar estas dinámicas mientras el secretario general de las Naciones Unidas impulsa consultas a la sociedad civil global para abordar la igualdad de género. Argentina parece estar yendo en contra de la corriente mundial en este sentido.
La desigualdad de género no se limita a la violencia; otras brechas persisten a nivel regional y mundial. La brecha salarial, arraigada en concepciones sociales y culturales, refleja la creencia de que las mujeres no necesitan salarios equiparados a los de los hombres. Sin embargo, el elevado porcentaje de mujeres jefas de hogar contradice esta idea, ya que muchas sostienen sus hogares, a menudo con ingresos limitados o nulos.
El informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que se necesitarían 60 años para superar la brecha salarial de las mujeres en el país sin medidas concretas. La falta de inclusión de políticas para abordar esta brecha en la ley ómnibus enviada al Congreso es una preocupación destacada. Las mujeres y niñas han perdido interés y se las menciona solo en el contexto de limitar beneficios como madres, no como individuos. En este supuesto reino de la libertad, las mujeres parecen perder derechos en lugar de ganarlos.
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