Noemí compró 12 pares de zapatos. En el mundo prepandémico cuidaba chicos o trabajaba como empleada en casas particulares. La cuarentena la dejó sin ingresos y, para pagar el alquiler, decidió invertir para volcarse a la venta online. Entonces compró 12 pares de zapatos. Apenas vendió uno y no llegó a entregar el segundo pedido.
Este sábado, a las 14.20, tenía que encontrarse con una clienta en la estación de trenes de Glew. Ya había hecho el camino a la mañana, aunque el número no le fue y quedaron en volver a verse por la tarde para concretar la segunda venta de su nuevo emprendimiento. Pero a esa cita Noemí no llegó.
“Estuve esperando el colectivo sobre Clark y, como no venía, empecé a caminar hasta la avenida a ver si pasaba otra línea que me llevara más rápido. Iba hablando con mi hermana por teléfono, la verdad es que estaba distraída y preocupada porque estaba llegando tarde”, cuenta Noemí Gómez (30), acostada en la cama de su casa de Glew, en Almirante Brown.
Noemí está sobre una pila de almohadas que la ayudan a transitar el dolor. Las sacó de un sillón, de la cama, hasta puso un peluche de sus hijos para armar un tetris, rearmando lo que se rompió.
Lo que le pasó quedó grabado por las cámaras de seguridad que instalaron los vecinos en Clark, entre Fournier y Aranguren. El robo duró apenas unos segundos pero le produjo una fractura de tibia y peroné que la tendrá inmovilizada durante varios meses.
En las imágenes se ve una Chevrolet Spin que se detiene a mitad de cuadra. En la vereda, un hombre mira para atrás y simula estar buscando una dirección.
“A la camioneta ya la había visto en la parada de colectivo, pero pensé que estaba buscando una dirección, nunca me imaginé. También venía distraída hablando por el teléfono, pero vi a la persona que estaba ahí parada y no me di cuenta. Pienso que no me agarraron antes porque había gente, justo en esa cuadra no andaba nadie, porque me esperaron como tres cuadras”, recuerda Noemí.
“Nunca me había pasado algo así que me robaran de esta manera. Me aferré al celular porque era mi herramienta de trabajo en este momento”, explica.
La mujer, madre de dos hijos de 13 y 9 años, se aferró al teléfono con todas sus fuerzas. “Nunca lo suelto hasta que me tira, forcejeamos agarrados desde el teléfono. En ese momento lo único que pensaba era: ‘me saca Internet, me saca todo’, porque estoy vendiendo por Internet. Me agarra las manos de atrás, incluso me raspa con el forcejeo. Pero cuando me agarra de la cintura, me tira al piso y yo me quiero parar para pegarle, que no se lo llevara.
Le tiraba patadas todo, pero no podía. Intentaba y no me podía mover, ahí me di cuenta que me había lastimado. Se lo llevó, me dejó sin nada. Y eso que tenía la mochila, la plata en el bolsillo, pero él quería sólo el celular”, dice Noemí.
El primero en salir a ayudarla fue un bombero voluntario que vive en la cuadra y que escuchó los gritos. “Me decía ‘no mires, no mires’. No me dejaba incorporarme y de apoco empezó el dolor. Era insoportable… Yo gritaba, tenía la pierna en la espalda, más o menos. La ambulancia tardó muchísimo, llovía y vino recién una hora después. Cuando me movieron no soportaba el dolor”, relata Noemí, que salió con la pierna completamente enyesada del Hospital Lucio Meléndez.
La mujer no se puede levantar de la cama, ni siquiera incorporarse sin sufrir por el dolor. “Lo tremendo que es el dolor no te puedo explicar. Es que no tengo una quebradura nada más, también es la rotación de hueso”, describe y se angustia porque Abel, su pareja, debe volver a trabajar en cualquier momento y ella no puede cuidar de sus dos hijos.
La camioneta que usaban los ladrones era robada y, según denunciaron algunos vecinos, ya había sido utilizada para otro asalto en Guernica. A otra mujer la habrían atrapado tirándole de su bufanda y también le arrebataron el celular.
Los dos asaltantes siguen prófugos y aún no han sido detenidos. La investigación quedó en manos de la UFI N° 4 de Lomas de Zamora, a cargo de la fiscal Silvana Estévez, pero no identificaron a los agresores.
Mientras tanto, Noemí está a la espera de que en el Hospital Lucio Meléndez determinen, recién el martes, qué prótesis necesitan para operarla. Después debe esperar que autoricen la compra desde el Ministerio de Salud y recién ahí podrán intervenirla para que pueda pensar en una recuperación.
“Estoy postrada, no me puedo mover y el dolor es tremendo. Es inexplicable: a mi hijo le tuve que explicar que solo se puede acercar despacito porque me muevo un poco y me duele muchísimo. Como no tengo obra social, tengo que esperar que en el hospital me hagan unas placas y vean cómo puedo hacer. Los tornillos son impagables y no sé cómo vamos a hacer durante todo el tiempo de recuperación porque le vamos a tener que pagar a alguien que nos ayude en casa y no tenemos cómo hacer”, se preocupa Noemí.
Y pide: “Estamos esperando que los agarren para que no lastimen a otra chica, porque a mí me arruinó”.
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