La Masacre de Villa Ramallo: un entrelazado de violencia, corrupción y negociaciones mortales
En los últimos minutos del amanecer del 16 de septiembre de 1999, Villa Ramallo, con sus 11,000 habitantes y su rutina tranquila, se vio sumida en un violento episodio que cambiaría la vida de la comunidad para siempre. La calma pueblerina se vio interrumpida cuando la puerta del Banco Nación abrió paso a un trágico suceso que se desencadenó a las 7:50 de la mañana.
Fernando Vilches, el cartero de correo Oca, ingresó al banco justo en el momento en que tres hombres armados irrumpieron en la sucursal. Este hecho desencadenó una toma de rehenes que duraría 20 horas, dejando un rastro de violencia y corrupción que sacudiría los cimientos de la comunidad.
Los delincuentes, identificados como Martín “Tito” Saldaña, Javier Hernández y Carlos Martínez, tenían la intención de abrir la bóveda, pero la ausencia del tesorero, poseedor de la llave, frustró sus planes. La situación se volvió más tensa a medida que la Policía Bonaerense y la Federal rodearon el banco, iniciando negociaciones que, eventualmente, condujeron a un desenlace trágico.
El negociador, Pablo Bressi, enfrentó la difícil tarea de lidiar con criminales decididos a todo. Las conversaciones se prolongaron hasta altas horas de la madrugada, pero la salida pactada se tornó en una masacre que conmocionaría al país. Tres rehenes se vieron envueltos en un violento enfrentamiento, y las balas resonaron en las calles de Villa Ramallo.
La cruda realidad se manifestó con la muerte de dos inocentes y uno de los delincuentes. Sin embargo, lo que parecía ser un episodio aislado reveló un entramado de corrupción que involucraba a una parte de la fuerza policial. Las fotos que capturaron a un policía llevando un bolso del vehículo de los criminales evidenciaron complicidades internas y desencadenaron una investigación exhaustiva.
Las condenas posteriores revelaron el oscuro trasfondo del caso. A pesar de las sentencias impuestas a los perpetradores, la “Magia del 2×1” permitió la liberación temprana de algunos, mientras otros enfrentaron un destino trágico, ya sea por accidentes o suicidios sospechosos.
La “Masacre de Villa Ramallo” no solo dejó cicatrices en la memoria de la comunidad, sino que también expuso un sistema corrupto. Cambios en los protocolos de toma de rehenes a nivel nacional y la disolución del Grupo Especial de Operaciones (GEO) fueron consecuencias tangibles de un día fatídico que dejó al descubierto la corrupción arraigada en las instituciones.
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