La carga invisible de la maternidad: ¿Amamantar a cualquier precio?
Un estudio reciente revela un lado oscuro de la maternidad moderna: el 70% de las mujeres con bebés menores de 9 meses se sienten juzgadas por la forma en que alimentan a sus hijos. Esta realidad golpeó especialmente a una amiga mía, quien entre sorbos de café y una expresión sombría, cuestionó: “¿Qué tan mala madre soy si no puedo ‘darle la teta’ a Clara?”. Su pediatra, en quien confiaba, le negó la opción de usar biberón, insistiendo en la lactancia a pesar del dolor físico y emocional que ella enfrentaba. Esta experiencia no solo la angustió y frustró, sino que sembró dudas sobre su conexión con su propia hija.
En un mundo saturado de expectativas y juicios sobre la crianza, la pregunta de mi amiga es tristemente común pero profundamente dolorosa. La maternidad, ya de por sí desafiante, se convierte en un campo minado de opiniones y mandatos sociales, especialmente en lo que respecta a la alimentación infantil.
Marisa Russomando, Licenciada en Psicología especializada en Maternidad, Crianza y Familia, señala que la maternidad conlleva una carga de culpa independientemente de las decisiones que se tomen. Esta adaptación al nuevo rol se complica aún más por la presión de tomar decisiones importantes sin sentirse completamente preparada, y en medio de un mar de opiniones y juicios sobre la crianza, donde la alimentación es un tema particularmente polémico.
Los datos de un estudio realizado por Trendsity, una consultora de tendencias y comportamiento humano, revelan que el 86% de las mujeres con bebés menores de 9 meses sienten sobrecarga y agotamiento debido a la alimentación, mientras que el 73% comparte sentimientos de tristeza y culpa en relación con la lactancia. La presión social es especialmente intensa para aquellas que optan por fórmula o complementan la leche materna con otras fuentes.
Esta presión, según Russomando, tiene un impacto directo en la salud emocional de las madres, generando angustia, baja autoestima e inseguridades. La lactancia, en lugar de ser una experiencia natural y gratificante, se convierte en una fuente de sufrimiento. La insistencia en amamantar a toda costa, sin considerar la salud física y emocional de la madre, refleja la toxicidad de los ideales de la “madre perfecta”.
Russomando aboga por un enfoque más compasivo y equilibrado que reconozca la importancia de la lactancia sin penalizar a quienes eligen otras opciones alimenticias para sus hijos. Promover el respeto y la autonomía materna implica un cambio cultural y estructural que desmitifique la imagen idealizada de la lactancia materna y proporcione apoyo emocional y práctico a todas las madres, independientemente de sus elecciones de alimentación.
Es crucial fomentar un diálogo abierto y honesto sobre las diversas experiencias y desafíos de la lactancia materna para crear un entorno compasivo y solidario para todas las madres. La información, el apoyo y el respeto por la autonomía de las madres deben ser fundamentales en el viaje hacia la maternidad.
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