GÉNERO

Reflexiones sobre la cirugía estética y la autoimagen del otro lado del país

En medio de una gran controversia se encuentra una clínica de cirugía estética española cuyo anuncio prometía “cambiar el panorama de las playas españolas”. Aunque la marca ha retirado el anuncio, surge la pregunta sobre a qué exactamente se refería con ese panorama.

A las 07:50, una rutina matutina digital comienza con TikTok. Bailes, cuidado de la piel, un gatito tierno, visitas a la clínica para tratamientos cosméticos, noticias sobre celebridades. Después de 15 minutos de pilates, te levantas, aún medio adormecida. Te diriges a la ducha, evitando el espejo por el momento. Con los ojos aún llenos de sueño, buscas entre una serie de productos de cuidado personal: acondicionador, mascarilla para el cabello, hidratantes, exfoliante, champú. Sales de la ducha, te maquillas rápidamente y te vistes con tu conjunto más cómodo, aquel que te hace sentir invisible. Preparas tu café, algunas tortitas de arroz y sales hacia el metro. Pero justo en la estación, el anuncio.

¿A qué panorama se referían? ¿Al de las jóvenes que se sienten incómodas con sus cuerpos? ¿Al de aquellos que evitan la playa por completo? ¿Al de los mirónes que invaden nuestros espacios? ¿Qué panorama estaban tratando de cambiar?

El verdadero panorama es desalentador. Según el Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia español, más de la mitad de las niñas de 11 años están insatisfechas con sus cuerpos. El 70% de los adolescentes sufren algún trastorno relacionado con la autopercepción y la imagen corporal. La edad promedio para la primera cirugía estética es de 20 años, y el 60% de los aumentos de pecho se realizan en mujeres menores de 30.

El panorama muestra un aumento del 215% en cirugías estéticas en la última década, y la mayoría de los usuarios son mujeres.

En 2021, 80.000 mujeres se sometieron a cirugía de aumento de pecho. 10 cada hora. 80.000 anestesias innecesarias. 80.000 personas sanas en el quirófano. 160.000 cicatrices permanentes. Todo ello alimenta una industria millonaria que se beneficia de los complejos que ella misma crea.

El verdadero panorama es sombrío. Una hora después de despertar, ya hemos recibido docenas de mensajes negativos sobre nuestros cuerpos. Microagresiones, o a veces no tan micro. Cada día. Cada semana. Cada año de nuestras vidas. Y sin regulaciones significativas al respecto.

La Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de España, considera ilegales los anuncios que presentan a las mujeres de forma vejatoria o discriminatoria. Pero ¿qué pasa cuando el producto es el propio cuerpo?

Es hora de retirar la publicidad, sí, pero también de promulgar una legislación que proteja nuestra autoestima, nuestro cuerpo, nuestra salud mental, nuestro bienestar, nuestra libertad. La libertad es no ser discriminado por tu cuerpo, edad, sexo, género o color de piel. Es urgente. Por favor, Ministerio de Sanidad, Consumo, Igualdad. Cambiemos el panorama. Nada mas cercano a la realidad que ocurre en nuetro país.

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