INTERÉS GENERAL

China patentó su primera vacuna contra el coronavirus

Se halla en Fase III y podría ser producida a escala en poco tiempo. Todavía resta confirmar su efectividad en una cantidad mayor de voluntarios. Mario Lozano, virólogo del Conicet, analiza el avance.

“Tanto Rusia como China patentaron sus vacunas porque tienen un sistema de control y monitoreo de las tecnologías mucho más estricto, con lo cual el hecho de patentar les permite seguir adelante con las próximas fases. Lo hacen para destrabar aspectos burocráticos”, señaló Mario Lozano, virólogo del Conicet, exrector y experto en vacunas de la Universidad Nacional de Quilmes.

La sustancia activa fue diseñada por el Instituto Científico Militar y la biofarmacéutica CanSino Biologics, con sede en aquel país. De acuerdo a los voceros de la corporación, “podría ser escalada en masa en un breve período de tiempo”, aunque todavía se desconoce cuándo estaría disponible. Con esta noticia, el gigante asiático se prende a la disputa con las otras corporaciones de EEUU (Pfizer y Moderna), Alemania (BioNTech) y Reino Unido (AstraZeneca).

La alternativa de CanSino comenzó a ser aplicada a fines de junio en soldados chinos. En la etapa actual, continuarán las pruebas de ensayos clínicos de fase III aquellos que por su profesión están más expuestas al patógeno, como profesionales de la salud y personal de seguridad. Tras superar la Fase II, fue la Oficina Estatal de Propiedad Intelectual (SIPO, por sus siglas en inglés) la que dio el visto bueno para seguir adelante. En etapas previas demostró ser segura y generar inmunidad cuando fue suministrada a miembros del Ejército chino. En total se realizaron pruebas en 508 personas y los resultados, según fuentes oficiales, fueron “positivos”.

¿Cómo funciona?

Con una estrategia similar a la que utilizan otras farmacéuticas (como la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford que se producirá en Argentina), la variante de CanSino emplea un adenovirus que, habitualmente, causa el resfriado común y corriente. De hecho, se inyectan virus modificados que sirven para introducir en las células del cuerpo humano la información genética del Sars CoV-2, la proteína Spike (“S”), que funciona como llave y habilita el ingreso a la maquinaria celular. Frente a ello, el organismo genera la respuesta inmune, lo que le permite protegerse de una futura infección.


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