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Despido controvertido de trabajadora australiana destaca el debate sobre la vigilancia laboral

Suzie Cheiko, una veterana de 18 años en Insurance Australia Group (IAG), se encontró con el inesperado final de su carrera debido a un despido que ha causado revuelo en los medios y en las redes sociales. El motivo detrás de su despido fue el seguimiento intensivo de su actividad en el teclado, una práctica que ha generado un amplio debate sobre la privacidad laboral y la gestión del tiempo en el trabajo.

La historia de Cheiko comenzó en noviembre de 2022, cuando, trabajando desde casa, fue sometida a un plan de mejora de rendimiento. IAG justificó esta medida alegando preocupaciones sobre su desempeño. Como parte del proceso, la empresa monitorizó la actividad de Cheiko en su ordenador durante 49 días, desde octubre hasta diciembre de ese año, concentrándose en las pulsaciones de teclas como indicativo de su productividad.

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Los resultados de esta vigilancia fueron alarmantes para la empresa. Se reportó que Cheiko no cumplió con sus horas de trabajo en 44 de los días observados, empezó tarde en 47 ocasiones, y terminó antes de tiempo en 29 días. En cuatro días completos, no se registró ninguna actividad laboral. Adicionalmente, se documentaron largas horas sin pulsaciones en su teclado, con picos de hasta 143 horas en noviembre.

IAG, que tenía como tarea principal la creación de documentos de seguros, argumentó que Cheiko no solo falló en cumplir con los plazos, sino que también fue difícil de localizar y no completó una tarea crítica, resultando en una multa para la empresa. Este cúmulo de evidencias llevó al despido de Cheiko el 20 de febrero de 2023.

Enfrentando el despido, Cheiko llevó el caso a la Comisión de Trabajo Justo de Australia, buscando revertir la decisión. No obstante, la comisión falló a favor de la empresa, basándose en la evidencia del seguimiento de actividad. Cheiko, en entrevistas posteriores, alegó que el despido fue parte de un “plan premeditado” y que sus problemas de salud mental afectaron su rendimiento. También afirmó que en ocasiones usaba otros dispositivos debido a problemas con su ordenador principal.

El despido de Cheiko no solo ha impactado su vida profesional, sino también personal. A los 38 años, y después de casi dos décadas en una sola empresa, ahora depende de la asistencia social, habiendo recibido su primer pago de Centrelink. Sin embargo, ha encontrado un nuevo propósito en TikTok, donde utiliza su experiencia para sensibilizar sobre problemas de salud mental. Con casi 8.000 seguidores, Cheiko ha logrado generar ingresos como micro-influencer y transformar su experiencia negativa en una plataforma para ayudar a otros. “Hago un pequeño porcentaje de dinero en TikTok, solo lo suficiente para cubrir mis facturas”, comentó.

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