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Innovación en el mundo de los aromas: Osmo y la revolución de la digitalización olfativa

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha captado la atención de muchas empresas que invierten sumas millonarias para desarrollar productos y servicios innovadores. Ejemplos como ChatGPT demuestran el potencial de esta tecnología en la generación de texto y la creación de imágenes. Sin embargo, mientras estos avances pueden parecer accesibles en comparación con el enorme potencial de la IA, otros campos aún enfrentan desafíos significativos.

Uno de estos campos es el de Osmo, una empresa emergente fundada por Alex Wiltschko, un exinvestigador de Google especializado en neurociencia olfativa. La compañía, con sede en Cambridge, Massachusetts, se propone digitalizar el sentido del olfato, un objetivo que representa un gran desafío técnico.

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Wiltschko, que obtuvo su doctorado en neurobiología con un enfoque en la percepción de olores, previamente trabajó en Google Research desarrollando software para identificar patrones moleculares en olores basados en su estructura química. Con el financiamiento inicial de 60 millones de dólares de Lux Capital y Google Ventures, fundó Osmo con el objetivo de crear una nueva generación de moléculas aromáticas para productos de consumo como perfumes y velas.

Osmo se destaca por diseñar moléculas con gran intensidad, libres de alérgenos y biodegradables. Estas moléculas se utilizan para crear aromas artificiales únicos que pueden incluir desde el aroma a arroz jazmín hasta notas complejas como azafrán con cuero y té negro. Dado que muchas fragancias tradicionales provienen de materias primas cada vez más difíciles de obtener, la capacidad de Osmo para generar nuevos olores resulta particularmente atractiva para la industria global de fragancias, valorada en 30 mil millones de dólares.

El desafío principal para Osmo radica en replicar el sistema olfativo humano mediante IA. El olfato es considerablemente más complejo que la vista o el gusto, debido a la gran cantidad de receptores olfativos en la nariz humana. Para abordar esto, el equipo de Osmo desarrolló un Mapa de Olores Primarios (POM), un modelo de IA que categoriza y agrupa moléculas aromáticas en función de sus características químicas.

El sistema de Osmo se entrenó con un conjunto de datos de 5.000 moléculas aromáticas comunes, creando un mapa tridimensional que asocia la estructura química con descripciones olfativas. Luego, el modelo fue probado con 400 moléculas diseñadas sin olores conocidos, y las predicciones sobre cómo podrían oler fueron validadas por un grupo de voluntarios.

El próximo desafío para Osmo es la “teletransportación de olores”, un proceso que implica convertir olores detectados por un sensor en datos digitales que puedan ser procesados por la IA. Esta información se convierte en una fórmula que puede ser utilizada para recrear el aroma mediante una impresora especializada.

A medida que la tecnología avanza, Osmo también explora aplicaciones adicionales, como el desarrollo de repelentes de mosquitos más efectivos. En lugar de utilizar compuestos químicos como el DEET, que puede causar irritación y resistencia en los mosquitos, Osmo busca identificar nuevas moléculas con propiedades repelentes que sean seguras y biodegradables.

En resumen, Osmo está a la vanguardia de una innovadora revolución en la industria de los aromas, trabajando para superar barreras técnicas y llevar la digitalización olfativa a nuevos niveles.

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