Dependencia digital: efectos alarmantes en el desarrollo cerebral y la salud mental
Dependencia digital: El neurólogo infantil Mauricio Pedersoli analiza un fenómeno clínico que ha ido en aumento y que genera gran preocupación en el ámbito pediátrico. ¿Cuántas personas adultas pueden pasar un día completo sin recurrir a su celular, computadora, tablet o ver televisión en cualquiera de sus formatos? ¿Y qué sucede con los niños y adolescentes? La respuesta resulta inquietante, ya que indica que hay que “hacer un esfuerzo” consciente para desconectarse de los dispositivos.
Hoy en día, parece lejano el tiempo en que no era necesario salir a la calle o viajar en colectivo con auriculares, GPS, cámaras, videojuegos o WhatsApp. Ni hablar de aquellos momentos en que se podía disfrutar de un recital o de un acto escolar sin la casi obligación de grabar y compartir en redes sociales.
La sobreexposición a las pantallas es una problemática creciente que ha permeado la vida cotidiana de millones en las últimas dos décadas, ocasionando graves consecuencias en la salud de todas las edades y estratos sociales.
Mauricio Pedersoli, pediatra y especialista en neurología infantil, trabaja como médico de planta en el Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata, donde ha comenzado a observar un patrón común en sus pacientes: síntomas relacionados con un nuevo fenómeno que afecta el desarrollo neurológico.
“Antes de la pandemia, empecé a recibir pacientes que venían por problemas en el desarrollo neurológico. Los síntomas más frecuentes eran retrasos en el lenguaje y dificultades en la interacción social, sin otros antecedentes significativos, como el haber nacido prematuros o tener condiciones genéticas”, comenta Pedersoli en una entrevista con DIB.
“Noté que todos estos pacientes compartían la característica de haber estado expuestos de forma temprana y prolongada a las pantallas, incluso desde los 4 o 5 meses de vida”, añade. La solución que les proponía era clara: “Pedía a los padres que limitaran el tiempo frente a pantallas y que se sentaran a jugar con sus hijos. Cuando volvían a consulta un mes después, los cambios eran sorprendentes: niños que no hablaban comenzaban a balbucear, miraban a los ojos, socializaban y mostraban nuevos intereses”.
Con estos hallazgos, Pedersoli profundizó en la investigación del tema y encontró que este fenómeno no es exclusivo de Argentina; otros países también han reportado casos similares.
“Es crucial considerar este fenómeno como un problema de salud, a menudo se aborda desde una perspectiva educativa, pero sus repercusiones afectan la salud de personas de todas las edades y clases sociales”, subraya. Además, añade: “Este fenómeno adictivo está diseñado para ser atractivo, lo que se ha comprobado que altera el circuito de recompensa cerebral, modificando la producción de neurotransmisores como la dopamina y haciendo que los niños prefieran esta actividad a otras que son fundamentales para su desarrollo”.
Alteraciones Biológicas: Daños Directos e Indirectos
Los cambios cerebrales observados son semejantes a los de otras adicciones, pero lo alarmante es que ocurren a edades tempranas, durante períodos críticos de desarrollo, lo que conlleva modificaciones biológicas preocupantes.
Pedersoli menciona que hay bebés menores de un año que se calman al recibir estímulos de pantallas. “Ese comportamiento parece indicar que los padres los están ‘silenciando’ con dispositivos”, explica. Esta desconexión tiene un alto costo, ya que el daño cerebral por la exposición temprana a dispositivos puede ser tanto directo como indirecto.
“Los cambios en la corteza prefrontal y en el sistema límbico son directos, afectando la estructura biológica del cerebro. Por otro lado, la falta de experiencias sensoriales que los niños necesitan para desarrollar su cerebro representa una pérdida de oportunidades de crecimiento, lo que resulta en un daño indirecto”, aclara el especialista.
“Lo preocupante es que la exposición prolongada a las pantallas impacta estructuras cerebrales críticas: la corteza prefrontal, que regula la conducta y permite la planificación de objetivos, y el sistema límbico, relacionado con las emociones”, enfatiza Pedersoli. “Esto no es solo un problema psicológico, sino un problema de salud mental con bases biológicas”.
Síntomas y Consejos
Entre los síntomas que delatan esta problemática, Pedersoli destaca:
- Trastornos del habla.
- Dificultades en la motricidad fina, dado que muchos niños solo utilizan un dedo para manejar la tablet.
- Problemas de atención y aprendizaje.
- Dificultades en la interacción social.
- Alteraciones en el sueño.
- Cambios de humor e irritabilidad.
- En niños mayores, problemas cervicales, miopía, convulsiones, migrañas y dificultades en la lectoescritura.
- En adolescentes, trastornos de salud mental como ansiedad y depresión, así como comportamientos adictivos vinculados a la dependencia del celular, como el juego online compulsivo.
Para ilustrar la gravedad de los casos que llegan a su consulta, Pedersoli comparte testimonios de padres, que son realmente alarmantes, como el de un niño de 4 años que apenas decía tres palabras y pasaba entre 6 y 7 horas al día expuesto a pantallas.
Respecto a las recomendaciones para mitigar este fenómeno, existen dos enfoques. La corriente clásica, respaldada por la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Argentina de Pediatría, sugiere cero horas de pantalla hasta los dos años, una hora de calidad entre los 2 y los 5 años, y un máximo de dos horas diarias para mayores de 5 años.
Las nuevas corrientes, con las que Pedersoli concuerda, son más restrictivas. “Los niños no deben tener celulares hasta los 14 años y no deberían acceder a redes sociales antes de los 16, dado que las estadísticas sobre salud mental son catastróficas”, afirma.
“Adictos en Pañales”
El impacto que este fenómeno tuvo en su práctica llevó a Mauricio Pedersoli a escribir un libro titulado “Adictos en pañales”, donde sistematiza los indicadores observados en sus pacientes, tanto en el ámbito privado como en el hospital público.
El libro, editado por la Universidad Católica de La Plata (UCALP), es un esfuerzo por llevar su mensaje a la comunidad con un lenguaje accesible. En “Adictos en pañales”, se abordan los daños neurológicos causados por las pantallas y se incluyen perspectivas de especialistas de diversas disciplinas para ofrecer una visión integral del fenómeno.
“En el libro participan un oftalmólogo, un endocrinólogo que trata sobre pubertad precoz, un psicólogo, un psicopedagogo, un psiquiatra y un kinesiólogo; es un trabajo colaborativo. También hay un capítulo donde una directora de una escuela rural de Lobos relata la realidad de las personas que van a caballo mientras usan el celular”, comenta el neurólogo.
El libro está disponible en La Plata, en la calle 57 entre 13 y 14, así como en versiones digitales. Sin embargo, Pedersoli recomienda adquirir la versión impresa. También ofrece charlas en escuelas y comunidades del interior bonaerense, y puede ser contactado directamente por WhatsApp al 221 573 – 5025.
Proyectos de Ley en Buenos Aires
Como referente en el tema, Mauricio Pedersoli ha participado en la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires, exponiendo en el marco de dos proyectos de ley sobre la exposición de menores a las pantallas.
Uno de los proyectos, impulsado por la legisladora María Lorena Mandagarán (UCR- Cambio Federal), busca proteger a los niños menores de 12 años mediante campañas de concientización sobre los daños que puede causar el uso de dispositivos en la infancia.
El otro proyecto, del senador Emmanuel González Santalla (Unión por la Patria), propone regular el uso de celulares en las escuelas, permitiendo su uso solo para fines pedagógicos.
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