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El robo de celulares: un delito en constante evolución

Basta un hábil manotazo desde una moto al pasar, un descuidado segundo en un bar o una mano ágil en el bolsillo durante una fiesta para convertirse en víctima de uno de los delitos más frecuentes en el mundo: el robo de celulares. Más allá de la pérdida del dispositivo, el verdadero peligro radica en la información personal, cuentas bancarias y redes sociales a las que los delincuentes pueden acceder.

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El reemplazo del equipo es solo la punta del iceberg. Dependiendo del modelo, los ladrones aplican diversas técnicas para desbloquear el teléfono, desde ataques de fuerza bruta hasta ingeniería social o la explotación de fallas en el software. Antes de venderlo, intentan ingresar a billeteras digitales, tarjetas de pago y cuentas bancarias, además de utilizar información sensible para extorsionar o cometer fraudes.

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Uno de los primeros pasos de los delincuentes es apagar el teléfono para evitar su rastreo, aunque algunos más sofisticados recurren a jaulas de Faraday improvisadas con papel de aluminio para aislar el dispositivo de cualquier señal. A pesar de los métodos biométricos, el PIN sigue siendo la clave más vulnerable, ya que si los atacantes lo descubren, pueden desbloquear el celular, acceder a aplicaciones bancarias y modificar datos de seguridad.

Según la GSMA, el robo de celulares afecta al 1% de los suscriptores activos a nivel global, lo que equivale a 70 millones de dispositivos robados por año, unos 133 por minuto. Entre las tácticas más utilizadas para obtener el PIN destaca el “shoulder surfing”, que consiste en espiar a la víctima mientras lo ingresa en lugares públicos. Una vez con el código, los ladrones pueden eliminar datos biométricos y reemplazarlos con los suyos, accediendo así a billeteras digitales y cuentas bancarias sin restricciones.

El alto valor de la información ha dado lugar a redes delictivas transnacionales especializadas en desbloqueo y fraude digital. Un caso emblemático fue la Operación KAERB, que en septiembre de 2024 desmanteló una organización criminal liderada por el ingeniero informático santafesino Iván David Cudde, quien junto a otros 16 integrantes operaba en seis países.

La investigación, iniciada en España en 2022, reveló la existencia de iServer, una plataforma de Crime-as-a-Service dedicada a eludir bloqueos de seguridad y acceder a cuentas de iCloud. Mediante phishing y smishing, la red engañaba a las víctimas para que introdujeran sus credenciales, permitiendo así el control total sobre los dispositivos. Durante cinco años, iServer afectó a más de 1,2 millones de celulares y contaba con 2.000 usuarios activos al momento de su caída.

Aunque el cierre de esta plataforma representó un golpe al cibercrimen, la amenaza persiste. Nuevas redes delictivas seguirán aprovechando las vulnerabilidades digitales para robar información y monetizar los dispositivos robados. La evolución de la tecnología exige adoptar medidas de seguridad digital más estrictas y, sobre todo, ser conscientes de que un celular es una puerta de acceso a nuestra vida digital, por lo que su protección debe ser prioridad.

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