GÉNERO

¿Qué es el amor libre y por qué es necesario repensar la forma de relacionarnos?

¿Cuál es la diferencia entre amor libre y poliamor? ¿Puede una pareja que practica el amor libre ser monogámica? ¿Cómo se eliminan los celos? ¿Cómo se explica que mamá y papá salen con otras personas?

La palabra amor se cuela en medio de una sociedad que cambia permanentemente y no da respiro. La escuchamos en todos lados, la vemos en las películas y nos recuerda a publicidades o historias de ficción. Pero, ¿Cuántas veces nos detenemos a pensar qué significa? ¿Cómo lo vivimos? ¿Qué es lo que nos contaron sobre amor? o, mejor dicho, ¿Qué es lo que no nos contaron?

Para comprender mejor esta forma de relacionarse que es tendencia entre millenials y centennials – pero que no deja afuera a otras generaciones-, reunimos a cuatro “amorlibrenses” de La Plata de entre 23 y 32 años, y contactamos a algunos participantes de “Experiencias Amor Libre Argentina”, un grupo cerrado en Facebook que, hasta ahora, nuclea a 17.544 personas, no acepta a menores de 16 años y se define como un espacio “orientado a las experiencias personales o dudas sobre el amor libre”.

¿Qué es el amor libre?

Amor Libre es una forma de relacionarse sexoafectivamente de manera honesta y consensuada en la que no se presupone la propiedad de las personas con quienes nos vinculamos, ni de sus sentimientos, acciones o pensamientos.

¿De qué hablamos cuando decimos que esa relación tiene que estar consensuada?

El consentimiento es un mutuo acuerdo basado en intereses compartidos respecto a una actividad y las condiciones en que se da la misma. Se brinda con palabras y siempre tiene que ser honesto. No existe si se ignora determinada información ó situación, ni existe si es forzado. Sin consentimiento estamos frente a un abuso.

¿Y cuando hablamos de la propiedad de las personas?

Nos referimos a cualquier caso donde se considere que una persona nos pertenece. Desde acciones como revisar el celular de nuestro vínculo, o considerar que los celos o el maltrato es un signo de que la relación “va bien”.

¿Puede entrar la monogamia dentro de esta definición?

Si se elige la monogamia como forma de relacionarse de manera genuina, es decir, sin ceder a presiones de ningún tipo (Dentro o fuera de la relación), entonces sí.

¿Hay algún modelo relacional recomendado por ALA?

No, creemos que todas las formas de relacionarse como la monogamia, el poliamor, la anarquía relacional u otras formas tienen que tener el mismo grado de respeto en la sociedad.

Las definiciones de poliamor se multiplicaron desde que varias parejas del mundo del espectáculo admitieron que lo practicaban. Sin embargo, hay muchos malos entendidos alrededor de esta concepción de las relaciones afectivas y sexuales. Frente a las dudas, nada mejor que preguntarles a quienes lo eligen y, además, debaten y leen a especialistas que reflexionan sobre el tema.

Con un pañuelo verde en la muñeca Gabriela Oliva, una estudiante cordobesa de Ciencias Políticas, abre la conversación. “El amor libre es la deconstrucción de los vínculos sexoafectivos de la manera en que los concebimos, la deconstrucción del amor romántico, y el poliamor es una de las posibilidades dentro del amor libre”, sostiene esta integrante de Ciudad Despierta, una organización que da espacio a los nuevos fenómenos sociales o culturales por fuera de los partidos políticos.

¿Pero qué es el amor romántico?

Según Coral Herrera Gómez , una feminista española, licenciada en Humanidades y Comunicación, el amor romántico nació para disfrazar el contrato económico del matrimonio. Se inventa una forma de amar parecida a la de una religión, con milagros, mártires, mitos, relatos, creencias, mandamientos, su infierno y su paraíso. Según la opinión de Herrera Gómez, son posibles otras formas de quererse que evitan un modelo de amor tan idealizado.

Son vínculos con menos violencia, más sanos. Es una libertad consensuada con el otro. Más responsable, por así decirlo.

 

Gabriela está convencida de que el feminismo es lo que ayuda a construir nuevos vínculos más igualitarios, a despojarse de lo que impone la sociedad patriarcal. Eso está lejos de lo que considera una frivolización de la cuestión: “En los medios, se cae en revelar detalles de la vida íntima de las personas, todo el mundo habla de eso y eso no ayuda para nada a comprender, a profundizar”.

Lucas Bruno también es miembro de Ciudad Despierta. Es becario del CONICET y licenciado en Ciencias Políticas. “A veces es medio complicado hablar de experiencias personales. Uno se expone demasiado. Cuando en mi grupo de amigos y amigas cuento cómo vivo el amor me dicen que soy infiel. Entonces, uno tiene que explicar que hay un acuerdo con el otro, con tu pareja o con la persona con la que elegiste compartir una parte de tu vida”.

“Son vínculos con menos violencia, más sanos. Se puede elegir otro modelo de familia, una forma de vida diferente a la del amor norma o la monogamia. Es una libertad consensuada con el otro. Más responsable, por así decirlo”, define.

Para Gabriela, el primer paso hacia el amor libre es romper con el instinto de posesión. “Es la forma de relacionarnos que nos enseñan desde la infancia, como sucede en Disney: la princesa en el castillo y el príncipe que la tiene que venir a rescatar. Lo que me ayudó y me empoderó es el feminismo. Es lo que ayudó a tomar conciencia de que las relaciones sexoafectivas eran desiguales para nosotras las mujeres”, alega.

Los sub 25 no tienen estigmas ni prejuicios. Tienen mucha más libertad y compromiso con el que tienen al lado.

 

¿Puede existir una pareja monogámica dentro de este esquema del amor libre? Sí, cuando las dos partes eligen ese tipo de contrato sin condicionamientos, porque existe el plan de tener hijos o por alguna otra razón. Y ese consenso puede cambiar en cualquier momento, siempre que las partes coincidan.

“Hay algunas autoras feministas que creen que practicar el poliamor individualmente puede conducir a un camino de sufrimiento, a una experiencia no grata. Lo ideal es que la concepción de los vínculos cambie en toda la sociedad, que haya un horizonte colectivo. Si no, si se practica aisladamente, puede ser muy estigmatizado “, objeta Gabriela.

Cuando Ciudad Despierta convocó a una charla sobre el tema, casi todos los concurrentes fueron chicos y chicas de menos de 25 años. “Los sub 25 no tienen estigmas ni prejuicios. Están muy interesados y tienen mucha más libertad y compromiso con el que tienen al lado. A pesar de que la iglesia católica y la evangélica se encargaron de frenar los avances, creo que con las nuevas generaciones ya no hay demasiada vuelta atrás en el camino andado”, apunta Lucas.

Es una equivocación creer que en el amor libre se puede hacer lo que se quiera, sin reglas, siguiendo cualquier impulso.

 

¿Se le puede explicar a un hijo o hija que sus padres practican el poliamor?

“Sí, se puede. De la misma manera en que en las nuevas formas de educación ya no hay juguetes o colores exclusivos para nenes o nenas porque los roles están cambiando“, opina Gabriela.

Es una equivocación creer que en el amor libre se puede hacer lo que se quiera, sin reglas, siguiendo cualquier impulso. Todo es posible, pero hay que hablar y acordarlo con anticipación. Nadie tiene que sentirse traicionado o engañado. Cada relación es una construcción especial.

Los celos son el peor enemigo del amor libre. Pero no se trata de no sentirlos, se imponen culturalmente. “Son la consecuencia natural de la existencia de la propiedad privada. Lo peligroso es no contarlo- aclara Gabriela-. No está mal tener celos, lo perjudicial es no charlarlo porque eso puede dañar la relación “.

¿Por qué una mujer poliamorosa que tiene más vínculos es considerada una prostituta y un varón que tiene un pacto de fidelidad y lo viola es un ganador?

 

“Si dos personas acuerdan que van a tener otras relaciones pero que se lo van a contar, una infracción es tener una relación sexual o afectiva con alguien y no decirlo. Cualquier cosa que implique una negación del otro constituye una violación al acuerdo”, señala Lucas.

Socialmente está aceptado que un varón tenga varias compañeras sexuales. En cambio, una mujer que mantenga relaciones con más de un hombre es por lo general señalada.

“Tenemos que dejar que la mujer siga avanzando – explica Lucas-, resignar los privilegios que históricamente nos han acompañado como varones en esta sociedad machista y patriarcal. ¿Por qué una mujer poliamorosa que tiene más vínculos es considerada una prostituta y un varón que tiene un pacto de fidelidad y lo viola es un ganador? Claramente, la vara no es la misma, hay una asimetría de poder y hay que terminar con eso“.


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