Las encuestas de cine y los cambios en los cánones y paradigmas
Dos recientes consultas entre especialistas determinaron que la mejor película argentina de la historia es “La ciénaga” (2001), de Lucrecia Martel, y a nivel internacional es “Jeanne Dielman 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles” (1975), de la belga Chantal Akerman. Más allá de apoyos o críticas a esta decisión, sí es evidente la revalorización del cine hecho por mujeres.
Hace casi un mes se dieron a conocer los resultados de la Encuesta de las 100 Mejores Películas del Cine Argentino (https://encuestadecineargentino.com/), organizada por las revistas Taipei, La vida útil y La tierra quema con el voto de 546 referentes del sector audiovisual y la ganadora fue “La ciénaga” (2001), de Lucrecia Martel.
Y hace una semana se anunció que “Jeanne Dielman 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles” (1975), de la belga Chantal Akerman, resultó la mejor película de la historia, según el voto de 1.639 críticos, programadores, archivistas y académicos consultados por la mítica y prestigiosa publicación británica Sight & Sound (https://www.bfi.org.uk/sight-and-sound/greatest-films-all-time).
Para entender los profundos cambios en los cánones cinéfilos hay que comparar estos nuevos resultados con los de ediciones anteriores.
En el caso del cine nacional, las encuestas previas habían sido realizadas por el Museo del Cine: en 1977 y en 1984 había ganado “Prisioneros de la tierra” (1939), de Mario Soffici; y en 2000, “Crónica de un niño solo”, de Leonardo Favio.
Ahora triunfó la ópera prima de una cineasta y no se trata de un cambio menor en un ámbito que, tanto desde la dirección como desde la crítica, fue ampliamente dominado por hombres. De hecho, en el Top 100 de este año aparecen 20 largometrajes realizados por mujeres cuando en la de 2000 solo había cinco (y cuatro de ellos rodados por María Luisa Bemberg).
En la que Sight & Sound organiza cada diez años desde 1952 ocurrió algo similar: en la primera edición (1952) ganó “Ladrones de bicicletas” (1948), de Vittorio De Sica; en las cinco siguientes (1962, 1972, 1982, 1992 y 2002) triunfó “El ciudadano” (1941), de Orson Welles; mientras que en la inmediatamente anterior (2012) fue “Vértigo” (1958), de Alfred Hitchcock, la que se había quedado con el primer puesto.
Ahora, la vencedora fue la segunda película de Chantal Akerman, rodada cuando ella tenía apenas 25 años. Otra vez, un profundo cambio de paradigma.
Si el vuelco en la encuesta de cine argentino se entiende por el largo período que pasó entre las dos últimas ediciones (22 años) y por la irrupción de una directora extraordinaria como la salteña Lucrecia Martel, en el caso de la de Sight & Sound sí se observa que tiene que ver con esta época de cambios, de resignificaciones y de empoderamiento femenino. De hecho, en 2002 la misma “Jeanne Dielman 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles” había figurado en un muy lejano 36° lugar.
El film, de casi tres horas y media de duración, resulta decididamente radical en su estructura (sus larguísimos planos fijos la convierten en un referente fundamental del denominado slow cinema) y muy política en su retrato de la Jeanne Dielman del título (Delphine Seyrig), una viuda que vive en un departamento de Bruselas con Sylvain (Jan Decorte), un hijo adolescente con el que casi no habla (el muchacho se la pasa leyendo de manera compulsiva, casi como cualquier joven de hoy parece absorbido por las pantallas), y se prostituye (un único cliente cada tarde) como forma de sostener la economia familiar.
Ambientada durante un período de tres días, “Jeanne Dielman…” observa la cotidianeidad gris, abúlica, monótona de Jeanne, que limpia de manera obsesiva hasta dejar todo inmaculado, cocina, lustra los zapatos, hace las compras, teje y atiende cada una de las necesidades de un Sylvain que no colabora en nada.
Tomándose todo el tiempo del mundo (como para que el espectador sienta en carne propia el hastío y el resentimiento que va acumulando la protagonista), la directora construye lo que en definitiva es una estructura dramática bastante clásica para llegar a un desenlace sangriento y desgarrador.
Por lo tanto, que haya ganado la segunda película de ficción de una directora pionera del cine feminista y experimental que aborda la problemática de una mujer sola e indefensa en medio de un mundo machista, dice mucho de estos nuevos tiempos. Luego, si en términos estrictamente cinematográficos es mejor o no que “Vértigo” (que ahora quedó relegada al segundo lugar) o que “El ciudadano” (que finalizó tercera) ya es cuestión de gustos y quedan para el inevitable y bienvenido debate cinéfilo.
Y esas polémicas, por supuesto, estuvieron a la orden del día, ya que en el Top 100 modelo 2022 de Sight & Sound no aparecen películas de Pier Paolo Pasolini, Howard Hawks, Samuel Fuller, Eric Rohmer, William Wyler, Werner Herzog ni Nicholas Ray así como tampoco figura ninguna producción latinoamericana, cuando la región supo contar con Glauber Rocha, Eduardo Coutinho, Leonardo Favio, Pino Solanas, Lucrecia Martel, las películas mexicanas de Luis Buñuel, Roberto Gavaldón o Luis Ospina, por citar solo un puñado de grandes creadores.
Lucrecia Martel y Chantal Akerman (fallecida en 2015, a los 65 años) son dos cineastas brillantes e insoslayables. Sus respectivos triunfos explican un cambio de época, un nuevo consenso, una relectura de la historia del cine nacional e internacional. Si “La ciénaga” es o no la mejor película hecha en la Argentina y/o “Jeanne Dielman 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles” es el mejor film de todos los tiempos a nivel global no solo es materia opinable sino, en definitiva, algo bastante irrelevante.
Ni el arte es una ciencia exacta ni las encuestas marcan una verdad incontrastable. Son apenas una foto, el reflejo de un momento y, si se quiere, de cierto consenso entre especialistas y profesionales. Por suerte, existen otros ámbitos, otras películas, otras opiniones como para seguir discutiendo ese universo tan apasionante y cambiante como es el del cine.
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