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Los ultraprocesados y sus efectos perjudiciales para la salud: más allá del etiquetado frontal

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En Argentina, la implementación de la ley de etiquetado frontal de los alimentos ha generado un despertar de conciencia entre los ciudadanos sobre los ingredientes en exceso presentes en algunos productos, especialmente los ultraprocesados. Sin embargo, además de las abundantes cantidades de sal, azúcar y grasas que contienen, existen otras razones que explican por qué estos alimentos son perjudiciales para la salud. La clave está en cómo se fabrican.

Es interesante tener en cuenta la clasificación NOVA, un sistema que ordena los alimentos en grupos según la intensidad de la transformación a la que han sido sometidos. El Grupo 1 incluye alimentos sin procesar o mínimamente procesados, como frutas, verduras, carnes frescas y huevos. El Grupo 2 comprende ingredientes culinarios procesados que se utilizan para mejorar el sabor y enriquecer las comidas, como aceites vegetales y sal. El Grupo 3 engloba alimentos procesados que han sido sometidos a procesamientos para mejorar su sabor, textura, apariencia o conservación. Por último, el Grupo 4 abarca los alimentos ultraprocesados, que han pasado por múltiples procesos industriales y contienen ingredientes artificiales y aditivos en grandes cantidades.

Los alimentos ultraprocesados se caracterizan por no ser realmente alimentos en el sentido tradicional. Son productos alimenticios hechos a partir de componentes extraídos de alimentos, pero sin la matriz alimentaria natural. Esto se evidencia en el listado de ingredientes, donde se encuentran proteínas de soja, jarabe de maíz rico en fructosa, extracto de tomate y otros aditivos codificados como colorantes, saborizantes y conservantes.

El procesamiento de los alimentos ultraprocesados conlleva la pérdida de densidad de nutrientes y un aumento de la densidad de energía. Estos productos contienen pocos nutrientes importantes en relación con su volumen, mientras que poseen una alta cantidad de calorías debido a la presencia predominante de grasas y azúcares. Esta descompensación nutricional desencadena desequilibrios en las dietas y deficiencias de nutrientes, lo que puede llevar a enfermedades crónicas como obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas. Los aditivos utilizados también se asocian con otros problemas de salud.

Otro aspecto preocupante de los alimentos ultraprocesados es que no generan sensación de saciedad. Su falta de fibra y contenido reducido de agua hace que no se sienta llenura al consumirlos. Además, su textura suave y facilidad para ser masticados y ingeridos rápidamente fomentan conductas alimentarias inadecuadas, como el consumo compulsivo o el picoteo constante.

Un estudio realizado en 2019 confirmó los efectos negativos de los alimentos ultraprocesados. Los participantes de la investigación fueron divididos en dos grupos, uno consumiendo exclusivamente alimentos ultraprocesados y el otro alimentos no procesados durante dos semanas. Ambas dietas fueron diseñadas para tener la misma cantidad de calorías, densidad energética y nutrientes. Los resultados mostraron que la dieta ultraprocesada tenía un mayor aporte energético y un menor consumo de proteínas, lo que resultó en un aumento de peso promedio de 0,9 kilos en comparación con la dieta de alimentos menos procesados.

En conclusión, los alimentos ultraprocesados van más allá de su alto contenido de sal, azúcar y grasas. Su fabricación implica la destrucción de la matriz alimentaria natural y la adición de ingredientes artificiales y aditivos en grandes cantidades. Estos productos carecen de nutrientes esenciales y contienen un exceso de calorías, lo que contribuye a desequilibrios dietéticos y problemas de salud. Limitar su consumo puede ser una estrategia eficaz para prevenir y tratar la obesidad. Es fundamental que los consumidores estén informados sobre los efectos perjudiciales de los alimentos ultraprocesados y tomen decisiones conscientes y saludables al elegir su alimentación.

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